1097. Jueves, 20 diciembre, 2007

Capítulo Milésimo nonagésimo séptimo: "¡Zasss, en toda la boca!" (Peter Lowenbrau Griffin, trabajador de una fábrica de juguetes y padre de familia)

Pretender que la vida -la vida de uno y la vida en general- es una juerga mora permanente, más que una bobada es, simplemente, una mentira. Por eso, y aprovechando que los comienzos de año son una buena disculpa para (aparte de comprar el fascículo uno -y sólo el uno- de todas las colecciones) hacer listas estúpidas, me he puesto manos a la obra y he hecho una con cosas que, a pesar de tener que convivir con ellas casi a diario, no me gustan. Porque, oigan, haberlas, como las meigas gallegas, haylas. Se ponga uno como se ponga, se oculte uno como se oculte, disimule uno como disimule, están ahí y hay que aguantarlas. Lo que nunca pensé es que pudieran ser tantas. Me estoy haciendo mayor.

1. Dejar de escribir. 2. Comer los huevos fritos sin pan. 3. Encontrarme en el portal con la vecina del tercero. 4. Hacer una mudanza. 5. La gente que desaparece sin avisar. 6. La raya del ojo pintada por dentro. 7. Las gotas de la sandia resbalando por la muñeca. 8. Las mariliendres. 9. Las tiendas de barrio. 10. Lavar a mano. 11. Los folletos del MediaMark. 12. Los tontos del culo. 13. Pisar un charco. 14. Que los dulces engorden. 15. Que me den falsas esperanzas. 16. Carmen Sevilla. 17. Las camas pequeñas. 18. Doblar la ropa. 19. El billar. 20. El calor. 21. El clamoxil. 22. El coco rallado. 23. El desorden. El orden. (Por ese orden). 24. El dolor de cabeza. 25. El mal aliento. 26. El olor de las gasolineras. 27. El olor del betún. 28. El plástico de las bandejas de los tomates. Las bandejas de tomates. Los tomates. 29. El pollo agridulce. 30. El queso de Burgos. 31. Engordar. 32. Escribir internet con mayúsculas. 33. Escuchar salsa. 34. Fichar la entrada a trabajar. 35. Fregar los platos. 36. Goofy. 37. Hablar con la boca llena. 38. La ansiedad. 39. La arena que se te pega en la playa. 40. La botella de anís del mono. 41. La censura. 42. La información meteorológica. 43. La letra del asereje. La música del aserejé. El aserejé. 44. La luna llena. 45. La mantequilla sin sal. 46. La música de los telediarios. 47. La nata sin montar. 48. La palabrería. 49. La ropa que ya no uso. 50. Las almejas chilenas al natural. 51. Las arrugas. 52. Las bambas de nata. 53. Las bodas. 54. Las bombillas fundidas. 55. Las camisas blancas. 56. Las cangrejeras. 57. Las castañuelas. 58. Las cazuelas de barro. 59. Las cerillas apagadas. 60. Las despedidas en los aeropuertos. Las esperas en los aeropuertos. Los aeropuertos. 61. Las figuritas que venden en los todo a cien. 62. Las gallinas. 63. Las gorras. 64. Las hadas madrinas. 65. Las matrículas que acaban en quince. 66. Las minifaldas. 67. Las multitudes. 68. Las ojeras. 69. Las palomitas. 70. Las ratas. 71. Las sábanas arrugadas. 72. Las sandalias. 73. Las sectas. 74. Las vacas. 75. Las verdades absolutas. 76. Las voces. 77. Llegar tarde. 78. Los anuncios de colchones LoMonaco. 79. Los atardeceres de invierno. 80. Los bancos vacíos. 81. Los (otros) bancos llenos. 82. Los bolígrafos de diez colores. 83. Los canales de deportes. 84. Los cazadores. 85. Los currículum. 86. Los dictadores. 87. Los documentales de animales salvajes despellejándose entre ellos. 88. Los editoriales de los periódicos. 89. Los espárragos. 90. Los estampados. 91. Los garbanzos. 92. Los gatos. 93. Los jerseys de cuello de cisne. 94. Los pantalones de pinzas.95. Los pantalones demasiado pegados. 96. Los pelos de la nariz. 97. Los periódicos deshechos. 98. Los periódicos gratuitos. 99. Los plátanos. 100. Los postizos en el pelo. 101. Los príncipes encantados. 102. Los que llaman a su pareja churri. 103. Los rastrillos benéficos. 104. Los rumores. 105. Los socavones. 106. Los soufles. 107. Los tirantes. 108. Los trajes de comunión. 109. No hablar mejor inglés. 110. No saber decir no a su debido tiempo. 111. Ordenar los armarios. 112. Paquito el chocolatero. 113. Que la gente se burle de otra persona. 114. Que me den las gracias sin que sea necesario. 115. Que me den ordenes. 116. Que me llamen para venderme algo. 117. Que se me bajen los calcetines. 118. Que traten de decirme como tengo que pensar. 119. Romper un huevo. Limpiar un huevo roto. 120. Subir con más gente en el ascensor. 121. Tener las uñas largas. 122. Trabajar. 123. Ver fotografías ajenas.124. Planchar camisas. Planchar pantalones. Planchar. 125. El pato Donald. 126. Gran Hermano. 127. La Cope. La Ser. 128. Las películas de Charlot. 129. Los discos de Mocedades. 130. Los pitufos maquineros. 131. Madonna. 132. Marco. 133. Las uñas pintadas de rojo. Las uñas pintada de negro. Las uñas pintadas. 134. Cabrearme. 135. Cumplir años. 136. El color salmón de los periódicos económicos. Los periódicos económicos. 137. El mal humor. 138. Las cometas que no vuelan. 139. Las dependientas de Zara. 140. Las montañas rusas. 141. Las preocupaciones. 142. Las tardes de domingo. 143. Levantarme demasiado tarde. 144. Los monopatines. 145. Los sillones de Ikea. Los muebles de Ikea. Ikea. 146. Los tangas. 147. No saber distinguir los higos de las brevas. 148. Que los precios de las cosas hayan subido tanto. 149. Que me mientan. 150. Que me miren de arriba abajo. 151. Que no pongan los capítulos nuevos de Padre de familia. 152. Afeitarme. 153. Bostezar. 154. CSI. 155. Dejar propina. Que me dejen propina. Que nadie me deje propina. 156. El color morado. 157. El dolor de espalda. 158. El miedo. 159. El naylon. 160. El olor del orégano. El sabor del orégano. El orégano. 161. El tabaco. 162. El whisky. 163. Encontrar una Biblia en un cajón de la habitación del hotel. 164. Encontrarme con conocidos en la calle. 165. Estar serio. 166. Hacer parapente. 167. Ir en metro en hora punta. 168. Jaime Peñafiel. 169. La agresividad. 170. La alimentación naturista. 171. La arena de la playa. 172. La falta de empatía. 173. La gente borde y mal educada. 174. La gente que empieza a leer el periódico por atrás. 175. La MTV. 176. La piel del melocotón. 177. La siesta. 178. La soledad. 179. La trilogía del Señor de los Anillos. 180. La velocidad. 181. Las alcaparras. 182. Las bolsas de basura perfumadas. 183. Las cajeras de los supermercados. 184. Las chaquetas con pata de gallo. 185. Las collejas. 186. Las columnas periodísticas cuyo título es una pregunta. 187. Las corridas de toros. 188. Las cortinas de flores. 189. Las croquetas congeladas. 190. Las gominolas de regaliz. 191. Las isobaras. 192. Las joyerías. 193. Las lociones para después del afeitado que no son blancas. 194. Las muñecas de latex. 195. Las norias. 196. Las pajaritas. 197. Las palabras que acaban en cinco. 198. Las paredes pintadas de melocotón. 199. Las películas de Woody Allen. 200. Las reuniones de trabajo. 201. Las sillas de ruedas. 202. Las sopas de sobre. 203. Las telenovelas. 204. Las tortitas de los vips. 205. Las trenzas. 206. Las vidrieras. 207. Leer las instrucciones. 208. Limpiar los cristales. 209. Llamar remeras a las camisetas. 210. Llevar boxer. Llevar slips. Llevar cualquier tipo de ropa interior. 211. Los achaques. 212. Los bollos de la pantera rosa. 213. Los bombones de la caja roja. 214. Los cactus. 215. Los calvos que no se rapan con dignidad. 216. Los chistes malos. 217. Los clips de colores. 218. Los columpios. 219. Los exaltados. 220. Los flequillos. 221. Los gatos. 222. Los gritos. 223. Los helados de pistacho. 224. Los herbolarios. 225. Los jefes que se portan como jefes. 226. Los lazos de colores. 227. Los libros de autoayuda. 228. Los microbuses. 229. Los pasadores del pelo. 230. Los pelos en el jabón. 231. Los pelos teñidos de rubios nórdicos. 232. Los perros que mueven la cabeza en los coches. 233. Los phoskitos. 234. Los politonos. 235. Los programas de deportes. 236. Los programas de teletienda. 237. Los que conducen deprisa. Los que presumen de conducir deprisa. 238. Los que creen que el fin justifique el medio. 239. Los que se dejan babosear la boca por su perro. 240. Los que se suenan los mocos con pañuelos de tela. Los que después de sonarse los mocos con pañuelos de tela se los guardan en la manga. 241. Los sudokus. 242. Los títulos nobiliarios. 243. Los uniformes del ejercito. 244. Los videntes. 245. Los visones. 246. Los woks. 247. Pelar las naranjas. 248. Que me hagan cosquillas. 249. Que me repitan las cosas mil veces. 250. Que se atasque el lavabo. 251. Que todavía no hayan inventado la teletransportación. 252. Saludar a alguien con un par de besos y que sólo te ponga la mejilla. 253. Sudar. 254. Tener mocos. 255. Tener que levantarme por la noche a mear. 256. Tirar globos de agua desde el balcón. 257. Una mala depilación cejil. 258. Alejandro Sanz. 259. Concha Velasco. 260. El Principito. 261. Joaquín Sabina. 262. La sintonía de Verano Azul. 263. Las películas de Torrente. 264. Leonardo Di Caprio. 265. Mercedes Milá. 266. Operación Triunfo. 267. Escenas de Matrimonio. 268. La Macarena. 269. Los hombres con bigote. Las mujeres con bigote. Los bigotes. 270. El fundamentalismo islámico. El fundamentalismo no islámico. El fundamentalismo. 271. Bob Esponja. 272. Los diseños de Ágata Ruiz de la Prada. 273. Antonio Banderas. 274. Depender de alguien. 275. El chocolate negro. 276. Estar estreñido. 277. Tener diarrea. 278. Francia. Los franceses. El francés (idioma). 279. La discriminación. 280. La gente que no se lava las manos después de mear. 281. La impuntualidad. 282. Las subastas. 283. Los armarios con espejos. 284. Los blogs eternamente deprimidos. 285. Los culturistas. 286. Los nudos en la garganta. 287. Los platos cuadrados. 288. Los sistemas abre fácil. 289. Mi pereza. 290. Que me quiten el ascensor cuando voy a cogerlo. 291. Tener las manos pegajosas. 292. Aceptar lo que dicen sin preguntarme. 293. Ahogar gatitos. 294. Britney Spears. 295. El agua fría en invierno. 296. El alcohol. 297. El amoniaco. 298. El caviar. 299. El golf. 300. El orgullo. 301. El oro amarillo. 302. El pan de molde. 303. El papel cuadriculado. 304. El peaje de las autopistas. 305. El rap. 306. El Regueton. 307. Esperar colas. 308. Estornudar. 309. Hablar sobre todo y sobre nada. Llevarle la contraria a las personas con las que hablo sobre todo y sobre nada. Darles la razón a las personas con las que hablo sobre todo y sobre nada. 310. Hacer la maleta. 311. Jugar a los dardos. 312. La baba de caracol. 313. La cáscara del melón. 314. La Cenicienta. 315. La hipocresía y la gente falsa. 316. La lambada. 317. La mermelada de fresa. 318. La sopa de aleta de tiburón. 319. La violencia. 320. Las barbas de mas de tres días. 321. Las bebidas energéticas. 322. Las boinas. 323. Las bolsas de papel. 324. las canciones que no se pueden tararear. 325.Las cazadoras bicolores. 326. Las colonias con pachuli. 327. Las corbatas. 328. Las diarreas. 329. Las enfermedades venéreas. 330. Las escobillas de los retretes. 331. Las fajas pantalón. 332. Las flores de plástico. 333. Las infusiones sin azúcar. 334. Las monedas de céntimo. 335. Las mujeres que se casan para estar tranquilas. Los hombres que se casan por estar tranquilos. Casarse. 336. Las mujeres. Los que confunden misoginia y machismo. 337. Las orejas sucias. 338. Las palmeras de chocolate. 339. Las palomas. 340. Las películas basadas en hechos reales. 341. Las películas de guerra. 342. Las películas del oeste. 343. Las pelotas antiestres. 344. Las personas que hacen la segunda pregunta antes de la primera. 345. Las pilas gastadas. 346. Las pipas de calabaza. 347. Las vespas. 348. Limpiar los zapatos. 349. Los animales disecados. 350. Los anuncios de cosas de comer con omega 3. Las cosas de comer con omega 3. 351. Los árboles grandes. 352. Los bombones de licor. 353. Los camareros que meten los dedos en los platos. 354. Los cantautores. 355. Los castillos medio caídos. 356. Los celos. 357. Los coches deportivos. 358. Los desfiles militares. 359. Los exámenes. 360. Los globos amarillos. 361. Los hules. 362. Los libros de cocina. 363. Los ojos rojos en las fotos. 364. Los Oscar. 365. Los pantalones de tergal. 366. Los pantalones piratas. 367. Los pijamas de cuadros. 368. Los programas de cocina. 369. Los programas de zaping. 370. Los que cambian de opinión por conveniencia. 371. Los que escupen en la calle. 372. Los que son incapaces de decir una frase sin incluir las palabras tía o mola. 373. Los ratones que no funcionan. 374. Los reencuentros con compañeros de colegio. 375. Los tés adelgazantes. 376. Los tópicos que se repiten hasta que acabas pensando que son verdad. 377. Los vecinos ruidosos. 378. Los vikingos. 379. Los yogures bios. 380. Los zoológicos. 381. Pasarme en las siete y media. 382. Que en medio de la ducha, me quede sin agua caliente. 383. Que me acerquen la silla en los restaurantes. 384. Que me cuenten el final de la película. 385. Que me saluden por compromiso. 386. Que no me hagan caso. 387. Que no me miren a los ojos. 388. Que se rallen los cds de música. 389. Salir de la ducha en invierno. 390. Secarme con una toalla mojada. 391. Shakira. 392. Tener que dar órdenes. 393. Trasnochar. 394. Vivir sin sentir. 395. Zara. 396. Cantinflas. 397. El diario de Bridget Jones. 398. El Diario de Patricia. 399. El monstruo de las galletas. 400. El señor de los espárragos Carretilla. 401. Isabel Allende. 402. José Manuel Parada. 403. Juan Manuel de Prada. 404. La oreja de Van Gogh. 405. Las dependientas del Caprabo. 406. Las películas de Almodóvar. 407. Los dibujos de Jordi Labanda. 408. Masiel. 409. Miguel Bosé. 410. Paulina Rubio. 411. Pipi calzaslargas. 412. Las madres que no trabajan fueran de la casa y se creen mejores madres que las que trabajan en casa. 413. Los desconfiados. 414. Los demasiado confiados. 415. Los que dicen trasero en vez de culo. 416. Milhouse. 417. Los Lunis. 418. South Park . 419. No entender algo. Que no me entiendan algo. Que no quieran entenderme. Que crean haberme entendido. 420. La Obregón. 421. Que Andreita se coma el pollo. Andreita. La madre que la parió. 422. Aquí hay tomate. 423. Los bolsos con cuadros de Burberrys. Las bufandas con cuadros Burberrys. Los cuadros de Burberrys. 424. Comer pipas. Comer chicle. La sensación de comer chicle después de comer pipas. 425. El corte de pelo de Rajoy. La barba de Rajoy. Rajoy. El corte de pelo de Zapatero. Las cejas de Zapatero. Zapatero. 426. La gente que presume de trabajar doce horas. La gente que presume de trabajar diez horas. La gente que presume de trabajar. 427. Las charlas de ascensor. 428. Las coderas. 429. Las despedidas. 430. Las letras de los villancicos. 431. Las novatadas. 432. Las nubes con forma de nube. 433. Las sardinas en aceite. 434. Los colorantes. 435. Los impertinentes. 436. Los ombligos que mirar hacia fuera. 437. Los pisapapeles. 438. Los que van de víctimas. 439. No tener tiempo. 440. Perder la paciencia. 441. Que me cuelguen el teléfono. 442. Que me reclamen las cosas. 443. Bailar con la familia. 444. Camilo Sexto. 445. Colocar los cacharros sucios en el lavavajillas. 446. Contestar encuestas. 447. Cuando entran al ascensor sin antes dejarte salir. 448. El arroz con uvas pasas. 449. El arroz. 450. El burka. 451.El café ardiendo. 452. El copyleft y las licencias creative commons. 453. El flan de coco. El coco rallado. Los cocos. 454. El fútbol. 455. El lenguaje técnico. 456. El pan duro. 457. El prozac. 458. El turrón duro. 459. El vino. 460. Escribir con lápiz. 461. Hacer ahora lo que me toca hacer ahora, en lugar de hacer ahora cualquier otra cosa. 462. Harry Potter. 463. Jugar a los dados. 464. La cera del oído. 465. La ciencia ficción. 466. La gente de silicona. 467. La gente que me mira mal porque no reciclo. 468. La gente que se empeña en ser graciosa. 469. La leche fría. 470. La música alta. 471. La pimienta en grano. 472. La sangría. 473. La vaselina mentolada. 474. Las bragas faja. 475. Las cagadas de las palomas. 476. Las camisetas sin mangas. 477. Las colas. 478. Las dependientas del Corte Inglés. 479. Las despedidas de soltero.480. Las ecuaciones de segundo grado. 481. Las guerras. 482. Las imágenes de santos con joyas. 483. Las inocentadas. 484. las mazorcas de maíz. 485. Las obras. 486. Las papeleras llenas. 487. Las permanentes. 488. Las piscinas de bolas. 489. Las pulseras de colores. 490. Las pulseras en los tobillos. 491. Las puntas abiertas. 492. Las redes sociales. 493. Las revistas para adolescentes. 494. Las tiendas de campaña. 495. Las vueltas ciclistas. 496. Leer los periódicos en internet. 497. Lo que el viento se llevó. 498. Los ambientadores con olor a pino silvestre. 499. Los anillos en las manos. 500. Los anuncios de coches. 501. Los atascos. 502. Los bizcochos sin mojarlos en algo. 503. Los bolígrafos sin capuchón. 504. Los calcetines blancos. 505. Los centollos. 506. Los circos. 507. Los comentaristas de blogs que firman como anónimos. 508. Los cuernos. 509. Los decorados de los concursos de la televisión. 510. Los desagües atascados. 511. Los desodorantes en spray. 512. Los días en los que hace demasiado calor para ir en manga larga pero demasiado fríos para ir en manga corta. 513. Los errores en las facturas. 514. Los eructos. 515. Los gimnasios. 516. Los kimonos. 517. Los maratones. 518. Los matones en los colegios. 519. los minicines. 520. Los pañuelos de tela. 521. Los pañuelos en la cabeza. 522. Los parques de atracciones. 523. Los peinados con laca. 524. Los pendientes en las partes pudendas. 525. Los preservativos de sabores. 526. Los recién nacidos. 527. Los slips. 528. Los sombreros. 529. Los sujetadores de color visón. 530. Los técnicos que te cobran lo que quieren después de repararte algo. 531. Los zapatos con tacón. 532. Penélope Cruz. 533. Purgar los radiadores. 534. Que de repente se desconecte internet. 535. Que me toque la ventana en el avión. 536. Que se me desaten los zapatos. 537. Sacar los cacharros limpios del lavavajillas. 538. Subir cuestas. 539. Tener los pies fríos. 540. Ver videos de la familia. 541. La madrastra de Blancanieves. 542. El conejito de Duracel. 543. El messenger. 544. Las canciones de Maria Isabel. 545. Los coreanos. 546. Paulo Coelho. 547. Boris Izaguirre. 548. El olor a vainilla. El sabor a vainilla. La vainilla. 549. El rosa chicle. El rosa palo. El rosa. 550. Que la ropa huela a humedad. 551. Los caramelos de fresa acida. 552. Escribir listas de "cosas que no me gustan".

Y ahora a lo importante. Hasta ahora, todas las enciclopedias coincidían en señalar a cierto mamífero marsupial como el animal que más horas pasa durmiendo.

Ya pueden ir cambiando los textos. A partir de mañana y durante los próximos -y muy escasos- días de vacaciones que me corresponden, peluche, otro mamífero pero esta vez de los normales, va a dejar en ridículo al koala y a sus 20 míseras horas de sueño diario. Aprendices.

Vuelvo el miércoles 2 de enero, si me despierto. Hasta el año que viene, con mis mejores deseos.


... más historias "extra-ordinarias" todos los días.

Todos los "capítulos" de "tantos hombres y tan poco tiempo"

1096. Miércoles, 19 diciembre, 2007.

Capítulo Milésimo nonagésimo sexto: "Divertido no es lo contrario de serio; divertido es lo contrario de aburrido y nada más." (Gilbert Keith Chesterton, 1874-1936; escritor inglés.)

Los Reyes Magos están al caer y con ellos volverán los mismos frascos de colonia de todos los años. No nos resignemos, tomemos la iniciativa y esta vez, en vez de estar en plan pasivorras muerdealmohadas esperando a lo que buenamente quieran traernos, aprovechémonos de ellos. Hoy, en peluche práctico, ideas para conseguir un sueldo extra a costa de sus majestades de oriente.

Las televisiones se multiplican y necesitan contertulios que generen debates. Dicen que pagan bien. Bastará con gritar un poco -eso los sabemos hacer todos- y alguna idea estrafalaria que sea tan políticamente correcta que nadie pueda rebatírtela... aunque todos sepamos que es una soberana estupidez. Y, para eso, los Reyes Magos son una mina. Por ejemplo ¿Para cuando habrá de una vez paridad en el trío? Lo lógico sería dos reinas y dos reyes, pero tampoco vamos a entrar a saco en las tradiciones más arraigadas y, ya que tienen que ser tres, qué menos que una reina maga por cada dos reyes varones, alternándose, por supuesto con dos reinas magas y uno varón el año siguiente. A ver quien se arriesga a defender lo contrario sin que le acusen de machista.

O lo de los juguetes bélicos. Está muy bien la campaña contra ellos, pero por qué no se actúa también contra juguetes que sólo piden las niñas del tipo bebes llorones, muñecas macarras o tiaras de princesas anorexicas. Los juguetes igualitarios deben de ser asépticamente asexuados y cualquier desviación cortada en seco. Igualdad ya.

Y eso por no hablar de la costumbre, completamente racista y discriminatoria de poner a Melchor, Gaspar y Baltasar siempre en plan Melchor, Gaspar y Baltasar. ¿Por qué siempre el negro tiene que ser el último? ¿Por qué no nombrárlos, por ejemplo, por orden alfabético? ¿Por qué siempre tiene que ir delante un rey blanco? Un tema para el debate en el que uno, por muy torpe que sea, siempre ganará.

Pero si los debates no son nuestro fuerte, nada de tirar la toalla. Hay muchas más opciones igual de válidas. Desde presentar la correspondiente denuncia contra ellos exigiéndoles una pasta (y ya de paso contra el ayuntamiento como responsable civil subsidiario) por el maltrato físico al que se ven sometidos los niños y los adultos que de buena fe acuden a verlos (los chichones provocados por el impacto de los caramelos servirán de prueba para una denuncia en comisaría por agresión, conviene recoger algunos proyectiles para aportarlos como prueba) hasta denunciar a las televisiones (exigiéndoles más pasta) por no tapar la cara de los chavales que van a verlos, cuando la Ley de Protección Jurídica del Menor lo deja bien claro: "los medios de comunicación deben evitar la difusión de imágenes de menores, aunque protagonicen una información".

No quisiera extenderme demasiado, pero las ideas para ganar dinero a costa de sus majestades son inmensas. Es cuestión de ponerse a ello. Que este año no se nos escapen.

... partos reales.

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1095. Martes, 18 diciembre, 2007

Capítulo Milésimo nonagésimo quinto: "¿Cual es el sueño de los que están despiertos? La esperanza." (Carlos I el Grande, Carlomagno, 747- 814; emperador)

El 18 de febrero de 1970 nevó en el Sahara argelino durante media hora. Es la única nevada de la que se tiene constancia, pero al menos esa vez, ocurrió. Igual que se ha comprobado que, al menos en dos ocasiones se ha llegado a congelar la superficie del rio Nilo, ocurrió en el año 829 y en el 1010 de nuestra era.

Y digo yo, si dos cosas tan impensables como que nieve en Sahara o se hiele el Nilo han llegado a ocurrir, ¿por qué no va a poder pasar que el próximo día 22 me toque la lotería y pueda por fin abandonar esta vida de tortura y sacrificio que es tener que venir al trabajo todos los días?

Ya sé que si jugara algo, aunque fuera un solo décimo, tendría más posibilidades. Pero si ha nevado en el Sahara y se ha llegado a helar el Nilo ¿por qué no me va a poder tocar la lotería a mí aunque no juegue ni un solo duro? ¿A ver?

... la primera televisión en casa.

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1094. Lunes, 17 diciembre, 2007

Capítulo Milésimo nonagésimo cuarto: "Nos vamos con la esperanza de que ninguno se deje llevar por los fanatismos religiosos, políticos o sexuales: los primeros por no llevar a nada, los segundos porque el objeto de deseo suele ser un idiota de renombre y los últimos por las continuas frustraciones." (Antonio Gasset, 1946; periodista, presentador de televisión y crítico de cine español)

Siempre me ha llamado la atención el éxito de las relaciones virtuales. De unos años para acá, el mundo ha empezado a poblarse de parejas sin rostro, gente que escribe a deshoras, que se cuentan las más íntimas de las mentiras, y que muestra su lado más oscuro, que es casi siempre el más apetecible, a través de la pantalla de un ordenador.

El mecanismo es, con algún que otro matiz, siempre el mismo. Dos voluntades coinciden casualmente en el rincón menos pensado de la red. Da igual que sea en una página consagrada a hacer sesiones espiritistas a las horas y a las medias o en un foro dedicado exclusivamente a debatir el mejor tipo de luz que hay que poner para hacer fotografías de pies desnudos al amanecer (por increíble que parezca los dos casos existen en la red). Un primer saludo, un cambio de frases hechas y una conversación que se irá alargando cada día un poco más hasta que ambos acaben fabricándose el mundo que les gustaría tener, un mundo de mentira, pero un mundo en el que ambos son los únicos dueños.

Y, aunque como todo, la ristra de ventajas e inconvenientes de este tipo de relaciones sería interminable, siempre he pensado que si en algo ganan a las relaciones tradicionales, es en la hora de su desaparición. Es el final ideal de cualquier relación, la retirada más indolora y limpia. Donde no hay carne, no hay miseria. Los corazones nunca se rompen por completo, y el dolor de la ruptura tampoco tiene el suficiente cuerpo: no hay un brazo, una espalda, ni un solo músculo cuyo recuerda pueda torturar. Ni, sobre todo, hay unos ojos para echar de menos. Algo que, llegado el momento, se agradece. Y mucho.

... aludes.

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1093. Viernes, 14 diciembre, 2007

Capítulo Milésimo nonagésimo tercero: "Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano" (Johann Wolfgang Goethe, 1749-1832; poeta y dramaturgo alemán)

Ya estamos a viernes, a un paso de la empalagosa cena de nochebuena y, lo que es peor, a pocos días de la siniestra y fatídica nochevieja. Lo piensas y entonces un sudor frío recorre tu cuerpo. Pero no hay escapatoria, cualquiera de las dos opciones ha de helarte el corazón .

Una: quedarse en casa con la familia:

Brindar con esa alegría tan de manual y socorrida ella, "!feliz año nuevo!", aguantar a los inevitables metepatas que traen la cogorza ya puesta de la tarde, besarse alborozadamente con el mismo con quien hasta hace dos minutos y durante todo el año estabas a cara de perro, sacar todos el móvil para llamar a la vez en un concurso para ver quien es capaz de gritar más fuerte, divertirse por cojones bebiendo champán o cava y comiendo hasta que los polvorones te salen por las orejas, aguantar que los primos lejanos, a los que no conoces de nada ni ganas, te pongan "tibio" con cuatro botes de espuma y te "inviten" inevitablemente a recorrer el comedor sorteando sillas y mesas, mientras suena "a mover la colita"...

Dos: salir:

El tráfico atascado y el frío de estepa siberiano, encontrase ochocientas personas donde sólo caben doscientas, hacer una hora de cola para dejar el abrigo y otra para recogerlo, una más para conseguir un zumo en la `barra libre' y un par de ellas para poder entrar en el cuarto de baño sorteando los vómitos. Aguantar a los hijos de su madre de los petardos, que se los podrían meter por donde el sol no brilla. Contemplar alguna pelea de órdago y a alguno llorando a las tantas, acabar con dolor de todo, que para eso siempre esa noche sienta mal el marisco o el puñetero pavo.

¿Y que tal meterse en la cama a las nueve después de cenar una sopita..? planificada con tiempo. Por supuesto.

Hasta el lunes.
... más historias "extra-ordinarias" todo el fin de semana.

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1092. Jueves, 13 diciembre, 2007

Capítulo Milésimo nonagésimo segundo: "El que algo sea cierto no significa que sea convincente, ni en la vida ni en el arte" (Truman Capote, 1924-1984; escritor estadounidense)

Digan lo que digan los diversos gremios, asociaciones, entidades, instituciones, corporaciones, consejerías, institutos, fundaciones, patronatos, y observatorios varios, empeñados en extender la idea de que existe una total igualdad hombre-mujer: no, no somos iguales.

Y ya no hablo físicamente, algo que (digo yo) la mayoría de los que andan metidos en esos fregados ya se habrán dado cuenta (supongo), sino porque todos los estudios demuestran que también en sus respectivas estructuras cerebrales existirán sutiles pero importantes diferencias.

¿Pruebas? Abrumadoras. Bastarán algunos ejemplos de la vida cotidiana para comprobar que, más allá de los factores ambientales o de educación, cada uno de los sexos actuará ante una misma situación de una forma completamente distinta.

Caso uno: infidelidades. Para los hombres nadie pone los cuernos a nadie hasta que se hubiera (o hubiese) consumado un acto sexual completo -mínimo-. La mujeres, en cambio se sentirán culpables sólo porque aquella noche que cenaron en un chino acabaron soñando que eran las protagonistas de una sesión de bukake. Fuerte, sí, pero los sueños, sueños son.

Caso dos: regla de los siete segundos. Para los hombres siempre que se te caiga un trozo de comida al suelo y no pasen más de siete segundos hasta que lo recojas, puedes comértelo sin problemas. En cambio, no encontraremos mujer alguna (ni aún vendiéndole la moto del hambre en el mundo) que sea capaz de hacerlo.

Caso tres: los retretes. Para los hombres, tirar de la cadena sólo es imprescindible (y no siempre) cuando se haya utilizado para sus usos mayores. Las mujeres, en cambio, lo hacen hasta cuando no lo han usado. Incluso la más forofa del cambio climático, la ecología y la salvación de los recursos naturales, no será capaz de pasar delante de un retrete sin vaciar su cisterna.

Caso cuatro: la limpieza. Aunque la moda metrosexual (amariconamiento) ha conseguido que muchos ya dejen de hacerlo, hasta hace poco para la mayoría de los hombres era suficiente darle la vuelta a los calzoncillos cuando intuían que su parte interior podía estar sucia. Y asunto arreglado. En cambio, la constante obsesión por la limpieza que despliegan las mujeres, especialmente en lo que los anuncios de bragas y sujetadores llaman "prendas delicadas" roza lo patológico.

Podíamos seguir, pero después de leer lo que falta mejor me lo reservo. Estamos en Navidad y no quisiera yo morir en vísperas de unas vacaciones. No es un buen momento.

... como hongos.

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1091. Miércoles 12 diciembre, 2007

Capítulo Milésimo nonagésimo primero: "Hijo menos mal que alguien ha querido cargar contigo... No seas impuntual no vaya a ser que se arrepienta". (Alfredo H., 60 años; padre)

Aunque parezca imposible por mi rechazo visceral a tan sagrada institución, sí que hay algo que me resulta más ridículo que casarse: la ceremonia de la boda.

Y es que, igual que ocurre con las comuniones, la cosa empieza a parecer un chiste. De aquellos modestos convites donde la estrella era un bollo maimón seco y dos tamborileros que cambiaban aquella mañana las vacas por las dulzainas para animar el festejo (uno es mayor y de provincias), hemos pasado a bodas xxl en las que se hace imprescindible la "originalidad", aunque sea a costa de sentar en la mesa de los novios a un elefante rosa capaz de hacer malabarismos con la trompa mientras barrita la última canción de Bisbal, y la "elegancia", aunque ello signifique un menú de diez platos (imprescindibles las lengüecitas de canario maceradas en licor de bellota al aroma de langosta) acompañados de otros diez tipos de música: un cuarteto de cuerda para el aperitivo, Pachelbel suavecito para los entrantes, música de ascensor para los primeros platos, new age para los segundos, mariachis para los terceros, flamenquito para los postres, los inevitables tunos para cortar la tarta, un vals para abrir el baile, la música chonchi para que los más achispados puedan hacer la conga y las forzosas canciones de los sesenta, única pero imprescindible concesión al suegro de la novia, que para eso lo paga todo.

¡Vivan los novios!
... serpientes curativas.

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1090. Martes, 11 diciembre, 2007

Capítulo Milésimo nonagésimo: "No olviden ustedes que los enfermos pueden curarse gracias al médico, sin el médico o a pesar del médico", (Santiago Ramón y Cajal, 1852-1934; médico español)

La finalidad de poder elegir entre diversas voces aquella que más se ajuste a la idea que queremos comunicar en cada momento es, sin duda, una de las propiedades fundamentales que caracterizan el buen uso de la lengua. La propia Academia deja bien claro el significado de trabajo:




Y por si no quedara suficientemente claro da como sinónimos, es decir "palabras de significado igual o semejante" del trabajo: "... esfuerzo, carga, tormento, pena, penalidad, martirio, padecimiento, batalla, lucha, pugna.."

¿Pero por qué se han empeñado durante tanto tiempo en contarnos que el trabajo es algo bueno, que dignifica a la persona o que es una bendición? Claro que eso, siendo muy grave, no es lo peor, por increíble que parezca y más pruebas irrefutables que les presentes, algunos lo siguen pensando. Y hasta presumen de ello. Desde luego, uno respeta todas las opiniones, pero hacer apología del sufrimiento -al menos sin que exista sexo por medio-... ¡qué difícil es de entender!

... buscando extraterrestres.

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1089. Lunes, 10 diciembre, 2007

Capítulo Milésimo octogésimo noveno: " La puerta mejor cerrada es aquella que puede dejarse abierta" (Proverbio chino)

Pocas cosas hay más parecidas a esas imágenes, que de vez en cuando nos colocan en los telediarios, de gente cargada con bolsas y haciendo acopio de cualquier cosa que se pueda comer para enfrentarse a un huracán que se acerca a la zona, que los alrededores de los centros comerciales este fin de semana.

Salvo por el pequeño detalle de que, mientras los avisados habitantes que van a recibir la inoportuna visita del temporal hacen cola para llevarse unas cuantas bolsas de pan y todas las latas de comida que puedan, por aquí, las mismas bolsas están repletas de wiis, psp, ds, tdts, gps o cualquier otro cacharro inútil con nombre en inglés (tan escaso de letras como abundantes en los ceros de sus precio) y que se quedará antiguo antes de la última campanada del año.

¿Lo de repetirnos tanto que hay crisis económica es para que el 28 de diciembre se diviertan llamándonos inocentes, verdad?

... la culpa del chapapote es de los aztecas.

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1088. Miércoles, 5 diciembre, 2007

Capítulo Milésimo octogésimo octavo: "Nunca digas lo que realmente piensas delante de gente que no conoces". (Marlon Brando en El padrino)

El cementerio chileno Camino de Cannan ofrece en su catálogo ataúdes con un timbre de emergencia por si, en un momento determinado, uno se despierta en tan apretado y oscuro alojamiento y resulta que todavía no le había llegado la hora del descanso definitivo.

Algo evidentemente muy práctico teniendo en cuenta que existe una cosa que se llama catalepsia y, sobre todo, que cualquiera puede equivocarse al firmar un certificado de defunción. Hasta el mejor escribano echa un borrón.

Dicho lo cual, y aunque una de las últimas cosas que suelen hacer los muertos, sobre todo si mueren ahorcados, es eyacular, hoy, y pese a quien le pese, queda demostrado que también se pueden hacer post cortitos y agradables sin tener que hablar de sexo.

Y es que ando con un poco de prisa. ¡Coño que es verdad, que me voy de puente! Hasta el lunes pues.




1087. Martes, 4 diciembre, 2007

Capítulo Milésimo octogésimo séptimo: "La libertad no es el derecho a ser virtuoso: es el derecho a ser lo que uno quiere". Irving Wallace 1916- 1990: escritor norteamericano)

Ritual casi diario y de obligado cumplimiento al llegar al portal de casa: abrir el buzón. No es como el de la foto, aunque no por falta de ganas. Contenido:

Una revista gratuita de 60 páginas a todo color y papel satinado que, a pesar de lucir el portada "toda la información de tu barrio" no es más que una sucesión de anuncios de colonias y relojes y, ya al final, una carta de un presunto vecino quejándose de lo mal que se aparca en su calle.

Propaganda de un festival de jazz al que no pienso asistir.

Folletos de unos grandes almacenes recordando que la navidad es tiempo de regalos y que allí puedes encontrarlos todos

Folletos de unos grandes almacenes recordando que dejes algo de dinero para ir a las impresionantes rebajas que están preparando justo después de la impresionante navidad. Sí, esa misma navidad en la que te lo tienes que gastar todo, que para eso es tiempo de regalos.

Folletos de unos grandes almacenes recordando que en la semana fantástica que están preparando para después de las rebajas, habrá miles de artículos a precios imbatibles que no deberías perderte.

Un díptico de una clínica dental.

Un cartel anunciando que los señores del departamento de recogida de muebles viejos del ayuntamiento pasarán el domingo entre las diez y las doce para retirar -a todos los vecinos que lo deseen- todo lo que a los vecinos ya no les sirva.

Una invitación a un seminario sobre astrología hermética impartido por un eminente y reconocido terapeuta transpersonal gestático, especialista en feng-shui.

Un tríptico de la junta de distrito explicando lo bonito que están dejando los jardines del barrio.

Propaganda de una cadena de electrodomésticos en la que un señor que dice no ser tonto, poco menos que te da dinero si le compras un teléfono al que sólo le falta saber freír un huevo.

Una carta del ayuntamiento invitándome a unas jornadas de puertas abiertas en un museo al aire libre.

Una carta de un centro de belleza anunciando su gran oferta tres por dos por el inicio de sus tratamientos de chocolaterapia.

Propaganda del gimnasio de la esquina recordando los cuatro kilos que vas a coger estas navidades y cómo ellos, por un módico precio, te torturaran hasta quitarte unos cuantos gramos de los cuatro kilos que vas a coger estas navidades. Ya que, por si no lo sabías, estas navidades vas a coger cuatro kilos.

Tres hojas fotocopiadas: dos de muchachas rumanas que se ofrecen para limpiar por horas, y otro de alguien con nacionalidad indeterminada que pinta barniza, pule y abrillanta cualquier superficie sin dejar polvo, seriedad, resultado garantizado.

Un folleto de una agencia de viajes anunciando un descuento del siete por ciento si reservas ahora tus vacaciones de verano, y de otro del cinco si, ya de paso, las reservas todas en su agencia de aquí al dos mil quince.

Un anuncio de un restaurante que se complace en anunciar la puesta a disposición de su distinguida clientela de su nueva carta con platos de temporada junto con un menú degustación -al módico precio de 90 euros- y la especialidad de la casa: "Tartar de lentejas con espuma de plátano y fresas al aroma de jengibre y chocolate".

Dos dípticos de una cadena de pizzerías regalando -con cada pedido superior a 60 euros- una auténtica telaraña de superman (oferta valida hasta final de existencias, solamente en local o para llevar)

Cinco cartas del mismo banco. En la primera detallando que te han ingresado el sueldo; en la segunda que ya te los has gastado, y en la tres anunciando la tentadora oferta con la que podrás conseguir estupendas baterías de cocina al ingresar 100.000 euros (o más) a plazo fijo durante ¡solamente! quince años. ¿Te vas a quedar sin tu batería? Aprovecha esta excepcional oferta.

Resulta que cuando el correo es electrónico todos nos liamos a poner filtros como posesos, pero cuando se trata de los buzones tradicionales (el día que pueda me pongo uno como el de la foto) a nadie se le ocurre protestar por que los llenen todos los días con las cosas más inútiles. Al fin y al cabo, de todo lo que recogí ayer sólo me resulta útil la comunicación del ayuntamiento anunciando la hora a la que pasarán a recoger el próximo domingo los trastos viejos a la calle. Más que nada para no salir durante ese rato. Hay demasiadas posibilidades de que me confundan con uno de ellos y terminar en el camión.

... de lado a lado de la Tierra.

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1086. Lunes, 3 diciembre, 2007

Capítulo Milésimo octogésimo sexto: "Vanessa, 18 años, estudiante espectacular; olvídate del francés y del griego, ven conmigo y te haré el manchego" (Francisca Sánchez, 29 años, señorita de compañía)

Calculando por encima, estaré muy cerca de los noventa años -si llego- cuando el mundo se vaya a tomar vientos. O eso es al menos lo que nos están contando científicos, ecologistas y algún que otro vicepresidente que, una vez perdidas las elecciones a las que se presentó, ha encontrado su verdadera vocación poniéndonoslos de corbata con sus peliculitas sobre la decrepitud el planeta.

Cincuenta años, más o menos, es lo que le calculan que le queda a la Tierra para irse al garete. Apenas medio siglo en el que, si lo pensamos bien, no nos da tiempo ni a acabar de pagar la hipoteca.

Pues con este panorama todavía hay quien me pregunta que por qué no tengo hijos. La verdad es que nunca había pensado tenerlos (el método tradicional siempre estuvo descartado, sólo pensar en el cómo, tan antinatural y desagradable, arggggg), pero tal y como se están poniendo las cosas hasta adoptar es algo malvado.

Para cincuenta años que nos quedan, y tal y como nos lo venden, lo que tengamos lo disfrutaremos nosotros, porque, aparte de que un hijo sea un pozo sin fondo sin rentabilidad a largo plazo, ponerlo en el mundo sabiendo que antes de llegar a ser presidente de algo la única lluvia que conocerá será la ácida, es como para pensárselo. Y mucho.

Luego se extrañan de que la natalidad caiga en picado.



1085. Viernes, 30 noviembre, 2007

Capítulo Milésimo octogésimo quinto: "¿Qué el sexo prematrimonial es pecado?... Pero no existe sexo prematrimonial si no tienes intenciones de casarte". (Alberto J. 18 años, estudiante)

Último día de Noviembre. Hoy tengo prisa. De hecho ya he venido a toda velocidad.

Pero no quería yo que se perdiera esa costumbre que tenemos (casi) todos los viernes de hablar de sexo.

Por eso, y aprovechando la concentración que logro en cuanto me monto en el transporte público para venir a trabajar.

He pensado que podía ventilar el tema con algún video porno. Un video al que no le faltaría su famoso desnudo para que nadie pudiera decir que no tiene clase..

Aunque sin olvidar, por supuesto, las inevitables tetas para atraer visitas.

Pero claro, luego he pensado que este es un blog familiar. Y que bastante revueltas están las cosas en los colegios como para alterar más al personal


Por lo que me he decidido a ponerlo pero en su versión de arte y ensayo. Una versión -en blanco y negro por supuesto-, mucho más sutil y en la que a falta de imágenes explicitas, tendrá que ser la imaginación de cada lector quien saque sus propias conclusiones sobre lo que se intuye.


Hasta diciembre. Hasta el lunes.


... más "historias extra-ordinarias" todo el fin de semana.

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1084. Jueves, 29 noviembre, 2007

Capítulo Milésimo octogésimo cuarto: "Huid de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura. Antonio Machado, 1875-1939; escritor español

En la antigua cultura china, la vagina se considera un melocotón y sus líquidos, el fluido de la inmortalidad. Para alcanzar la salud y la vida eterna, y mientras la mujer le practica una felación. Su pareja succionará los fluidos de ella, los mezclará con su saliva 36 veces y los tragará en tres veces a partes iguales.

Visto el resultado, es obvio que nadie lo ha hecho de forma correcta. A ver si ponemos un poco más de cuidado.

... guiris.

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1083. Miércoles, 28 noviembre, 2007

Capítulo Milésimo octogésimo tercero: "La mujer que no tiene suerte con los hombres, no sabe la suerte que tiene". (Petra H., 54 años; soltera con suerte)

Pongamos que -al menos el primer mes- siempre sea él quien invite a las cenas y a las copas. Pongamos que- al menos el primer mes- no haya todavía escapadas románticas de fin de semana a algún hotelito rural de esos que te cobran un riñón por escuchar toda la noche una sinfonía de ladridos y mugidos. Pongamos, que es mucho poner tal y como está la cosa económica, que -al menos el primer mes- él pague el cine, el teatro y las entradas al concierto de El canto del loco. Pongamos. Bueno, pues aún así, tener novio el primer mes le sale por un ojo de la cara a cualquier mujer. Y sin embargo la mayoría erre que erre empeñadas en echárselo. A toda costa.

Sin entrar en mucho detalles, calculemos. Imprescindible durante el primer mes invitarlo alguna vez a casa. Cuando están solas, a las mujeres no les importa que se vean las quemaduras de cigarro en el sofá (incluso presumen de tenerlas delante de sus amigas), o que el único adorno de la mesa sean los ¡holas! atrasados. Pero cuando él va a aparecer algo se apodera de ellas y comienzan a volverse locas poniendo fundas, velas o flores por todos los rincones. Tirando por lo bajo -y sin contar el viaje al Ikea- sumemos los primeros 40 euros.

Por fin llega. Una larga tarde en el sofá con él antes de salir a cenar incluirá, además de caricias y mimos (que son gratis), algo para picar y alguna que otra botellita de vino para animarse. Entre el paté, los pistachos y el rioja pongamos otros 30 euros.

Durante las primeras citas ellas quieren estar irresistibles y, por supuesto, nada de lo que tienen en el armario les sirve ya. Un vestido nuevo -aunque sea de Zara-, un bolso a juego, el cinturón del mismo color.. la lista puede ser interminable. Sumemos, por lo bajo, 120 euros más.

Aparte por imprescindibles: un par de zapatos. La relación zapatos-mujeres es algo que se escapa a cualquier lógica. Y a la mía más. Dejémoslo en pensar que para ellas gastarse 100 euros en un par es toda una ganga. Suma y sigue.

La factura del teléfono. Las estadísticas dicen que durante el primer mes es ella la que llama a él y habla una media de 30 minutos, a lo que habría que sumar las que realizará a sus amigas para contarle lo maravilloso que es él chico de su vida y el coste de los 200 mensajes cortos que, según los estudios, mandan de media. 90 euros más.

Los caprichos para él. Cualquier mujer, a diferencia de casi cualquier hombre, considerará muy importante tener pequeños detalles hacia su recién estrenado novio: comprarle revistas que ella sólo miraría si hubiera fotos de los jugadores en los vestuarios, el último cd de la Shakira.. que a él parece gustar ya que se queda sin pestañear cuando sale por la televisión (incluso cuando no canta), una crema de afeitar que huele a lavanda (y no como la que usa ahora que no huele a nada), una camiseta de marca con el escudo de su equipo de fútbol, o un peluche vestido de Fernando Alonso relleno de bombones. Sirve cualquier gilipollez. Las estadísticas dicen que las mujeres compran durante el primer mes de relación una media de cinco regalos sólo para él. Pongamos otros 180 euros. Ya serán más.

Por supuesto que una no se levanta cada mañana como si fuera modelo de ropa interior. Restaurarse cuesta, y las primeras citas son una buena ocasión -disculpa- para comprobar que esas cremas tan caras que anuncian en las revistas son, de verdad, tan efectivas como dicen. Una situación así bien merece un esfuerzo. Perfumes, maquillajes, depilaciones, cremas. El pellizco más grande para que él lo disfrute. Incluso echando mano del Juteco la cosa difícilmente bajará de los 200 euros.

Ropa interior. Como los zapatos, un capítulo aparte, otro insondable misterio en el que la frase "menos es más" adquiere todo su significado. Cuanta menos tela tenga el tanga más caro será. Sin olvidar que la seda y las puntillas cotizan al alza. Sumemos 80 euros.

Condones. Estamos en las primeras citas, imprescindibles los preservativos. Por supuesto que este apartado debe de correr a cuenta de él, pero es obligatorio que ellas también tengan una caja a mano ante posibles emergencias por aquello de los olvidos. En principio, y antes de comprobar su grado de despiste, podría bastar con una caja. 6 euros.

Total: 846 euros. Tirando por lo bajo y dejando que sea él el que corra con la parte más importante. ¿De verdad que les puede compensar gastarse en un mes casi 150.000 pesetas por tener un tío al lado?

Es más, incluso teniendo ese capricho, y a pesar de que todos conocemos la dificultad que tienen las mujeres en comprender la verdad absoluta que en estas cuestiones representa "en la variedad está el gusto", ¿no sería mucho mejor emplear ese dinero en alquilar unos cuantos?

Es una idea. Sólo.

... sombrereros locos.

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1082. Martes, 27 noviembre, 2007

Capítulo Milésimo octogésimo segundo: "Un necio no es más que fastidioso; pero un pedante es insoportable". (Napoleón Bonaparte, 1769-1821; militar y estadista francés).

Nueva entrega de peluche práctico con vistas a las navidades. Hoy: cómo quedar bien delante de los presuntos entendidos en vinos ahora que son legión.

Ante todo, calma. Esto es como no saber inglés: lo importante es poner cara de que se entiende. Aprende estas dos palabras: regusto y añada. Ellos hablarán de ellas. Si surgen otras no hay que preocuparse: se pone la misma cara y se utiliza el mismo tono, siempre sonriendo y mirándolos a la cara como con complicidad, (para lo que se recomienda ensayar delante de un espejo).

Será conveniente hablar siempre en general, pero con sentimiento, introduciendo en cualquier caso estas dos frases en la conversación: "creo que sus taninos -el uso del término tanino es fundamental- están bastante equilibrados, sabrosos y bien estructurados" y "su color cereza recuerda aromas de frutas maduras, pasas y toques florales, con una correcta composición, buena madera, tabaco y medianamente especiado que ganará con el tiempo." Habrá que aprenderlas de memoria y no hay que preocuparse si luego salen mezcladas .

Si la cosa se complica y nos dejan a solas de esos capaces de llamar caldo a algo más que al líquido que resulta de cocer un pollo, bastará con mover un poco la copa, mojarse los labios muy lentamente, hacer una larga pausa y soltar de corrido: "pues en boca parece cremoso, de buena acidez, fresco, frutal y cítrico agradable con un final sabroso lleno de complejos matices", recordando siempre que aquí lo importante no son las palabras sino la actitud, cuanto más lánguida sea la mirada y más perdida parezca, mas posibilidades hay de triunfar en el apasionante mundo de la estupidez humana.

... no todo el monte es orégano.

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1081. Lunes, 26 noviembre, 2007

Capítulo Milésimo octogésimo primero: "He estado percibiendo la fuerza de la gravedad desde que era una niña" (Cameron Diaz, 1972; actriz estadounidense)

La mayoría de los prospectos, manuales de instrucciones, normas de funcionamiento e informaciones varias que traen casi todos los productos en su interior, parece que están destinados sólo para gente con aspiraciones al Nóbel. Sin embargo las etiquetas que suele haber impresas en la caja por fuera suelen ser a prueba de bobos. Normal, antes de comprar algo uno sólo lee lo que pone en la caja. Y los bobos somos más.

El caso es que hay unos señores abogados americanos que han formado una asociación, la Michigan Lawsuit Abuse Watchpara, con el fin de elegir a las etiquetas más ridículas. Las aspirantes han sido tantas que la cosa no ha sido precisamente fácil.

Entre los ganadores la leyenda "no utilizar para higiene dental" impresa en un cepillo para el pelo; un envase de pastillas para dormir con la advertencia "puede producir somnolencia" o un monopatín cuya etiqueta apunta: "este producto se mueve cuando se utiliza".

Otro de los finalistas fue el texto de un cochecito de bebé que anunciaba: "Quite al niño antes de plegarlo" o el que figura en un paquete de velas de cumpleaños: "No utilizar como hisopos en el oído ni para cualquier función que implique la inserción en una cavidad del cuerpo".

... como si uno se fuera a meter velas de cumpleaños habiendo extintores.

¡Huy!, la última frase era sólo un pensamiento privado que -por alguna extraña razón- se ha materializado en el blog. Se ruega encarecidamente no leer.

... pitonisas.

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1080. Viernes, 23 noviembre, 2007

Capítulo Milésimo octogésimo: Sea solidario... masturbe un manco (Esteban L. 1954; jugador de balonmano y socio fundador de la o.n.g mancos sin fronteras).

En Tamil Nadu, un territorio de la India meridional, las mujeres practican la poliandria. O lo que es lo mismo, cada mujer casada, además de un marido "oficial", puede disfrutar con todas las bendiciones de los favores de tantos amantes como desee. O pueda.

Vamos, igual que en cualquier otra parte del mundo pero con la ventaja de que -por aquello de una cuestión social- (muy bien vista por todos los habitantes de la región), las señoras se evitan dar explicaciones a sus maridos y/o a las habituales e inevitables vecinas cotillas.

Globalización cultural para todos. Ya.

... más "historias extra-ordinarias" todo el fin de semana.

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1079. Jueves, 22 noviembre, 2007

Capítulo Milésimo septuagésimo noveno: "Me llamo Lester Burnham. Este es mi barrio. Esta es mi calle. Esta es mi vida. Tengo 42 años. En menos de un año habré muerto, claro que eso no lo sé aún. Y en cierto modo, ya estoy muerto. Aquí me tienen, cascándomela en la ducha. Para mí el mejor momento del día. A partir de aquí, todo va a peor". (Kevin Spacey en "American Beauty")

Llevamos varios días de esta semana reivindicando nuestro derecho a ser vagos sin que nadie de los que pudieran (o pudiesen) poner los medios para que ejerzamos de tales se de por aludido y, en aras de nuestros sagrados derechos, solucione de alguna manera nuestra lamentable situación. Pues ya está bien. Basta de quejarse. Pongámonos manos a la obra. Ataquemos el trabajo desde su mismo centro. Hoy, en peluche practico, algunas ideas para inutilizar esa sala de torturas al que llaman lugar de trabajo. Muerto el perro se acabó la rabia.

- Opción una: inutilización del espacio laboral por asesinato de algún compañero de trabajo.

Nuestra zona de trabajo pasaría a convertirse automáticamente en el escenario de un crimen y, por lo tanto, no apto para laborar (por aquello de no destruir las pruebas, uno ve la tele). Es sólo recomendable en casos muy especiales y no ya sólo por los daños colaterales que pudiera traer (parece que hasta es causa justificada de despido.. con lo que te quedas sin cobrar el paro), sino porque parece que aún alegando defensa propia nadie te va a librar de que acabes fichado y con hasta antecedentes, algo que complicará bastante la búsqueda de otro trabajo. Por eso, y aunque es la opción más apetecible (matas dos pájaros de un tiro) conviene pensársela dos veces.



- Opción dos: inutilización del espacio laboral por su transformación en retrete.

Visto la cantidad de veces que los compañeros (y sobre todo compañeras) lo visitan durante el horario laboral, tienes asegurado el trajín suficiente como para no tener que desarrollar actividad laboral alguna y, encima, echarle la culpa a los demás. Un consejo: no es mala idea poner pequeñas pastillas de jabón, botecitos de champú o cualquier otro pequeño accesorio que pudiera atraer a la clientela. Los que mangamos en los hoteles pueden darnos un buen juego.






- Opción tres: inutilización del espacio laboral por la aparición inesperada de una plaga de animales.

Pocas cosas podrán servir mejor de disculpa para no entrar al espacio maldito que la invasión del mismo por una plaga de bichos. Contaremos además con dos opciones, si en la empresa hay algún peñazo (de esos que sólo dejan de hablar de su amor a la naturaleza cuando te cuentan los viajes que hacen en su cuatro por cuatro para meterse entre pecho y espalda un cordero lechal como Dios manda), bastará con soltar oportunamente algunos bichos normales y esperar; ya se encargará él de defenderlos a grito pelado ante la muy probable idea de todos los demás de lincharlos allí mismo, mediante certeros pisotones.






Si por el contrario, lo más ecologista que hay en toda la oficina es la talludita casadera que trabaja en contabilidad porque planta perejil en el tiesto de la ventana de la cocina, lo mejor será simular más que la plaga como tal, sus consecuencias. Un ejemplo grafico ilustrará a la perfección el meollo de la cuestión.



- Opción cuatro: inutilización del espacio laboral por una tuninización del mismo.

Es una de las formas que nos llevará más trabajo, aunque también es de las baratas. Para realizarlo nos puede servir cualquier material, eso sí, antes de elegirlo conviene hacer un exhaustivo estudio que nos informe sobre cuál va a ser el que mejor se ajustará a nuestras posibilidades. Las opciones van a ser tantas y tan variadas que se hace imprescindible determinar pros y contras de cada uno de los casos caso de forma completamente individualizada.

Por ejemplo, si estamos un sitio en el que el material es de libre disposición bastará con echar mano a lo que tengamos alrededor y así no hay que irse más lejos. Unos cuantos de post-it estratégicamente distribuidos no sólo conseguirán nuestro objetivo sino que, además, darán una apariencia de una actividad frenética que ayudará a cuidar la imagen. Un consejo: aunque esta especie de mocos que se van pegando por todos los lados ya hace tiempo que dejaron de ser sólo amarillos, es conveniente ponerlos todos del mismo color ante el riesgo de que alguno piense que te dispones a celebrar una fiesta de cumpleaños y se te presente a gorronear. Bien es verdad que el efecto inutilización sería el mismo, pero la buena imagen de frenética actividad caería en picado.






Si trabajamos en sitios con jefes a los que les gusta más figurar que a un tonto un lápiz, podemos inclinarnos por el culto a la personalidad. A partir de una foto de él, haremos las fotocopias hagan falta y las distribuiremos de la mejor manera posible de forma que nos cubran todo el espacio. Aparte de cumplir nuestra misión inutilizando el asunto, daremos a entender al jefe lo mucho que lo queremos, apreciamos y respetamos. De todas formas hay que tener cuidado, aunque parezca una solución sencilla, hay que tener mucho tacto a la hora de decidirse por este método ya que presenta varios inconvenientes, el primero es una nimiedad pero hay que tenerla en cuenta: te ganarás la antipatía del resto del personal que pasará a catalogarte como pelota. Pero puede tener otro añadido, y éste sí sería ya muy peligroso, no es descabellado pensar que, en vista de las cualidades que te adornan a los ojos del prócer , acabes siendo propuesto para algún tipo de ascenso. Y eso ya son palabras mayores.



Una opción más elegante, aunque bastante más cara, es usar un plástico fino de ese con el envolvemos el chopped. Presenta la ventaja del menor trabajo, ya este material se queda pegado, sin el menor esfuerzo, a cualquier superficie; pero a no ser que seas aficionado a realizar momificaciones en tus pasatiempos sexuales y uses el que te sobre después de una sesión, no acaba de compensar la relación estética-precio.



Aunque perdamos en el plano artístico, el mismo resultado nos va a dar el uso de papel de periódico. Bastará pasarse por un contenedor y arramplar unos cuantos para, a continuación, cubrir toda la superficie laboral que podamos. Presenta un grave inconveniente: el trabajo que nos llevará hacerlo, pero el resultado puede merecer la pena, sobre todo si, una vez que hemos terminado, le pasamos a toda la superficie una manita de cola blanca, cola que endurecerá el conjunto y hará que el resultado de nuestro esfuerzo sea lo suficientemente duradero como para amortizar la inversión energética que hemos hecho.






Una variante de esta opción, muy acorde con la época que se avecina, es usar los papeles de los regalos que vayamos recibiendo. Presenta casi los mismo inconvenientes y ventajas que el papel de periódico pero con muchas posibilidades de mejorar el resultado estético final. Muy importante: antes de inclinarse por ella conviene sopesar la cantidad de papel que podamos recibir y, sobre todo, que los motivos que lo adornen no sean excesivamente navideños. Hay que partir de la base de que nos tiene que durar y no es muy considerado que la última imagen laboral que te quede antes de irte a la playa en agosto sea un Papa Noel volando en trineo.



- Y nos queda una quinta opción: inutilización de espacio laboral por alteración de los elementos comprendidos en el propio espacio.

Aquí la imaginación jugará un papel importante ya que al tener que actuar sobre el contenido y no sobre el continente las opciones pueden ser inmensas. Por eso conviene no abarcar mucho y centrarse en inutilizar aquellos objetos considerados clave. Una buena opción, por ejemplo, sería actuar sobre el teclado del ordenador, algo que, evidentemente, inutilizaría todo el equipo. Es verdad que precisamente el teclado es, con diferencia, la pieza que menos falla en el cacharro (sobre todo si estás deseando que falle), pero siempre hay soluciones más o menos creativas para que eso ocurra sin que se note mucho y, lo que es más importante, sin que puedan demostrar que tú has sido la causa.



Dentro de este punto existe una alternativa que no me gustaría dejar pasar a pesar de que va a ser polémica. Se trataría de cambiar todo el material laboral que tenga algún valor por otro de similares características pero completamente inútil. Me explico, bastaría con sustituir -y es sólo un ejemplo- la pantalla del ordenador por otra del mismo tamaño y misma marca pero hecha de cartón. Pasados unos días haríamos lo mismo con la cpu y así sucesivamente hasta reemplazar todo lo que consideremos importante. Esta opción, por sus especiales características, (algunos mal pensados podrían opinar que al llevarte a casa el ordenador de la oficina estás robando), sólo es recomendable que la pongan en marcha aquellos que desarrollen su función como funcionarios de la cosas pública y/o similares. Y no sólo por aquello de que lo público es de todos, todos lo pagamos y yo quiero mi parte, sino, sobre todo, porque nadie va a saber nunca -ni manera de hacerlo- si el ordenador-caja era o no el que vino de serie cuando transfirieron las competencias y se empeñaron en comprar todo el material de oficina deprisa y corriendo para que el nuevo y flamante señor consejero (y señora) se pudieran hacer las fotos mientras alardeaban de cómo las nuevas tecnologías que hoy tenemos el inmenso placer de inaugurar, constituyen, sin duda, el mejor reclamo para demostrar el enorme interés que las instituciones públicas tienen por mejorar la vida de nuestros ciudadanos, únicos beneficiados del esfuerzo inversor que estamos realizando. Amen.



Sé que algunas propuestas son un poco desesperadas y que bastantes necesitan demasiado trabajo para llevarlas a cabo -precisamente lo que pretendemos evitar-, pero estamos llegando a un punto en el que no nos queda más remedio que pasar a la acción.

Es, simplemente, autodefensa

... la mano a la cartera.

Todos los "capítulos" de "tantos hombres y tan poco tiempo"

1078. Miércoles, 21 noviembre, 2007

Capítulo Milésimo septuagésimo octavo: "El único que puede decirte que no puedes hacer algo eres tú mismo. Y no necesariamente tienes que escucharte" (slogan de un anuncio de zapatillas)

Ya sé que normalmente es al revés: en cuestiones domésticas (como en la mayoría de cuestiones) el patoso suele ser el hombre, mientras la mujer -mucho más desenvuelta- es la que acaba sacándole las castañas del fuego.

Pero ¿qué podría pasar cuando la patosa es ella -que alguna ahí- y la cabeza pensante de la pareja es él -que alguno ahí- ?

Pues que acaban inventando la tirita.

El norteamericano Earle Dickson, poco después de casarse en 1917, se dio cuenta de que su esposa se cortaba constantemente mientras cocinaba y pensó que los vendajes tradicionales suponían un engorro para seguir realizando las tareas del hogar. Para solventar el problema, fijó pequeñas gasas esterilizadas en el centro de tiras adhesivas y enrolló unas cuantas de manera que sólo pegaban por un lado.

Tras patentar el invento, convenció a los directivos de Johnson & Johnson, donde él trabajaba, para que lo fabricaran y comercializaran. Su introducción en el mercado no tuvo éxito hasta que se empezó a distribuir gratuitamente a las tropas de los Boy Scouts.

Pero esa es otra historia que poco tiene que ver con la cantidad de utilidades -a cual más práctica- del un invento que nació de la casualidad. Que se lo pregunten a la (muy agraciada) protagonista del anuncio.




... huelga de hambre

Todos los "capítulos" de "tantos hombres y tan poco tiempo"

1077. Martes, 20 noviembre, 2007

Capítulo Milésimo septuagésimo séptimo: "Dios lo que más odia después del pecado es la tristeza, porque nos predispone al pecado". (San Agustín, 354-439, obispo y filósofo)

De los siete pecados capitales que me enseñaron "sólo" me considero adicto a dos. Ya sé que la proporción no es mucha, pero teniendo en cuenta que ambos dos los practico con nocturnidad, alevosía y recochineo, pocas esperanzas me quedan de no acabar quemándome en los avernos esos.

Y menos que me quedan. Resulta que, al menos hasta el siglo VI que por obra y gracia de Gregorio Magno desapareció uno de ellos, los pecados capitales no eran siete, eran ocho. A los clásicos de toda la vida: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza, se añadía uno más: acidia.

Así describía en 1174 Guines II, el Cartujo el pecado de la acidia o acedia:


"Cuando estás solo en tu celda, a menudo eres atrapado por una especie de inercia, de flojedad de espíritu, de fastidio del corazón, y entonces sientes en ti un disgusto pesado: llevas la carga de ti mismo; aquellas gracias interiores de las que habitualmente usabas gozosamente, no tiene ya para ti suavidad; la dulzura que ayer y antes de ayer sentías en ti, se ha cambiado en grande amargura"
Si por aquello de la actualización temporal, cambiamos "celda" por "cubículo laboral" -dos términos sinónimos-, resulta que no pasa ni un solo día en el que, además de pecar constantemente ejerciendo la lujuria y la pereza, desobedezca voluntariamente a la ley de Dios practicando esa galbana en el plano espiritual que es la acidia. Todo un pecado de los de antes.

Derechito al infierno voy a ir. Al tiempo.
... plástico transparente.

Todos los "capítulos" de "tantos hombres y tan poco tiempo"

1076. Lunes, 19 noviembre, 2007

Capítulo Milésimo septuagésimo sexto: "La gente sin inteligencia busca siempre un chivo expiatorio" (Ernest Bevin, 1881- 1951; político británico)



El resto no sabe, no contesta.

Si ni para algo tan placentero como es practicar el siempre sano y gratificante intercambio de fluidos estamos la mayoría de la gente normal los lunes ¿cómo pretenden que lo estemos para trabajar?

1075. Viernes, 16 noviembre, 2007

Capítulo Milésimo septuagésimo quinto: El que escribe en el alma de un niño escribe para siempre". (Evelyn Waugh, 1903-1966, escritor inglés)

Para entender la lógica amatoria de los kalash basta con tener a mano una calculadora. Empecemos por el principio: cuando una mujer de esta etnia se casa, su marido debe pagar la suegro una dote en la que, entre otros tesoros, se incluye alrededor de una docena de cabras.

Si la sufrida esposa pierde la cabeza por otro, el tercero deberá doblar la cuantía de la dote que, a grandes rasgos, se reparte entre la familia del la infiel y el primer marido.

En caso de que la mujer continué dándose alegrías, la dote sigue aumentando, con lo que sus ex -sobre todo el primero- se van haciendo con un patrimonio nada desdeñable que incluirá un rebaño de cabras cada vez mayor.

Conclusión: a los kalash, las infidelidades le sientan estupendamente bien o los cuernos con pan son menos. Hasta el lunes.


... más historias "extra-ordinarias" todo el fin de semana.

Todos los "capítulos" de "tantos hombres y tan poco tiempo"

1074. Jueves, 15 noviembre, 2007

Capítulo Milésimo septuagésimo cuarto: "La única educación eterna es ésta: estar lo bastante seguro de una cosa, para atreverse a decírsela a un niño." (Gilbert Chesterton, 1874 - 1936; escritor inglés)



















Una imagen (o varias) vale más que mil palabras. Hay cosas que resultan casi imposibles de explicar (saber cual es la parte delantera de una croqueta, por ejemplo), pero otras las hacen innecesariamente embrolladas inventándose -en el mejor de los casos- cigüeñas o coles. O cómo dijo el señor calvo del pelo raro “más vale un coño a tiempo que diez avemarias mal rezadas”.