Un hombre que se tenga como tal ha de desempeñar en la vida de una mujer las siguientes funciones:
Primera (y más importante). Saberla hacer feliz en el terreno amatorio (tradúzcase aspecto coital o himenéico)
Segunda (también muy importante). Cubrir todas las necesidades monetarias, tales como viajes alrededor del mundo, trajes de grandes marcas, diez o doce casas fantásticas y varias personas a su disposición durante día y noche para satisfacer el menor de sus caprichos.
Tercera. Saber ser su amigo, saber escuchar todo lo que tú tengas que decir y parecerle la persona más maravillosa e inteligente del mundo.
Si el hombre no cumple estos tres requisitos fundamentales, es un inútil, un mediocre y un cerdo, por lo que llegamos a la conclusión siguiente: Toda mujer que no encuentre en su vida este "mirlo blanco", debe buscar por separado a estos tres hombres; es decir, un buen amante, un señor con (muchos) posibles y un fenomenal amigo. Teniendo estos tres hombres a su disposición, puede llegar a ser tan feliz como si tuviera al "mirlo", sólo que es un poco más ajetreado.
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