En el cuento de la lechera siempre se olvida uno de la otra parte. Lo de la protagonista principal lo sabemos todos. Es el de siempre. La pobre lechera piensa que con su vaca y con sus manos podrá construirse un futuro seguro y cómodo.
Va dada.
Pero la otra parte, la de la vaca, nunca sale a relucir y es mucho más sencilla, sincera y práctica. Mientras le soban y eso, piensa: "a ver si acaban de ordeñarme de una vez, que tengo las ubres que me explotan".
Y nada más.
Visto lo visto, ¡vacaciones ya! De verdad. Es que empiezo a notar el magín gravemente perjudicado.
... los primeros para limpiarse.
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