Cuando una tigresa ve a un tigre que le gusta no se anda con chiquitas y se lo hace saber. Primero ruge seductoramente y luego se frota lasciva y lúbricamente contra él.
Pero cuando ya tiene su atención se aleja de él y le invita a perseguirla.
Las comparaciones siempre son odiosas. O no.
Hasta el lunes pues.
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