1960. Viernes, 3 febrero, 2012

Capítulo Milésimo noningentésimo sexagésimo: "¿ Existe vida inteligente en la Tierra? Sí, pero solo estoy de paso. (Fernando G. 63 años, director de ong)

Habría que empezar definiendo el término "infidelidad" -entre los lozi, por ejemplo, se considera adulterio que un hombre camine por el mismo sendero junto a la esposa de otro- pero, disquisiciones semánticas aparte, parece claro que a (casi) nadie le gusta que le pongan los cuernos.

El problema es cómo saber que te los están poniendo. Naturalmente puedes tener sospechas (en internet hay mil y una páginas dedicadas a contar con detalle signos más o menos evidentes) pero existen pocas, muy pocas pruebas que sean capaces de demostrar el asunto con una total e inequívoca fiabilidad. Hoy, en "Tantos hombres y tan poco tiempo", una nueva entrega del peluche práctico hoy titulada:: "Las rodillas, el peor enemigo de los maridos infieles. Sin duda el método definitivo para saber si te los están poniendo, o no (los cuernos)".

Los mong-nkundo, una tribu de esas que por andar en taparrabos todo el día más "problemas" tienen a la hora de controlarse con las propiedades ajenas, someten a los varones de la tribu, justo después de casarse, a una especie de reclusión ritual durante unas cuantas semanas que le marcará para el resto de su vida. Una vez acabado el encierro y gracias a tan apañada ceremonia –cuyo ritual se mantiene en secreto-, si el varón mong-nkundo comete adulterio antes de ser padre dañará a los hijos que pudiera tener; si lo hace después de ese tiempo, su acto no tendrá consecuencias para su hijo... a menos que lo siente en sus rodillas el mismo día que ha pecado.

Huelga decir que las madres insisten en sentar a los hijos en las rodillas de sus maridos todos y cada uno de los días de casadas, y que, gracias a la proverbial suspicacia de la naturaleza femenina, interpretan las negativas como un prueba evidente de que les han sido infieles.

Sin duda, toda una versión casera -e infalible- de la maquina de la verdad al servicio de los siempre eternos, indestructibles y sagrados valores tradicionales de la familia.

Hasta el lunes pues.



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