3624. Viernes, 15 noviembre, 2019

Capítulo Tres milésimo sexcentésimo vigésimo cuarto: “Los hombres de verdad, duros, no decimos me voy a mimir, nos mimimos y punto”.

Aunque a primera vista, y así en conjunto, resultan pelín desagradables para la gente escrupulosa, pocas cosas son más higiénicas que dos arañas coiteando. Al menos si lo comparamos con lo que hacemos las personashumanas.

Capaces de intercambiar fluidos sin apenas tocarse, su sistema resulta de lo más aséptico. El macho, una vez aceptado por la hembra, flexiona su abdomen como si se masturbara (que es lo que en realidad hace) toma con sus patas el semen y se lo ofrece a la señora araña... que se lo guarda en un bolsillo para cuando lo necesite.

Es verdad que todo resulta muy original, muy limpio, y muy todo lo que uno quiera (además de una pesadilla para, entre muchos otros, los fabricantes de antibióticos), pero aburrido, lo que se dice aburrido, debe de ser un rato largo.

Hay cosas que no compensan ni aunque a uno le pongan ocho patas.


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