Calentar las manos frotándolas con fuerza. Buscar la parte más carnosa. Mantener la mano fija y ligeramente ahuecada con lo que se conseguirá un sonido apañado que potenciará el asunto. Y al acabar conviene masajear la zona para evitar rojeces o aplicar un poco de hielo... antes de la siguiente ronda.
Con el lógico consentimiento de ambas partes, el tierno arte del azote del -con su nombre técnico y todo: spanking- es una práctica que está ahí. En la variación está el gusto. Sin duda.

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