Embadurnar un cacho de papel de aluminio con aceite, ponerle un filete de salmón, sazonarlo con sal, pimienta y un buen chorro de limón, envolverlo bien -incluso usando varias capas-, meterlo en la bandeja superior del lavavajillas, darle al botón y, !tachán!, un plato de salmón al siemens perfectamente hecho al vapor.
A veces la cosa se pone de tal manera que no hay otra opción que improvisar utilizando herramientas con propósitos distintos a los que habían sido concebidos. Siempre, claro, que no se ponga mucho detergente.
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