Un tatuaje es un sistema de pigmentación de la piel, es decir, un dibujo que te hacen en ella y que te va a quedar para siempre. Tiene que estar hecho de forma artística, y sí, ya sé que en muchos esta condición no suele cumplirse, pero al menos tiene que haber cierta intención de que así sea, que si un hijodesumadre coge un pilot y te lo clava en la frente dejándote un punto azul para siempre eso no es un tatuaje, eso es una putada.
A la hora de hacerte un tatuaje hay que tener claro dos conceptos: el qué y el dónde.
El qué es personal e infinito, pero el dónde tiene sus reglas. Lo principal es que haya chicha, más cómodo para el tatuador y menos doloroso para el tatuado. Y cuanta más chicha mejor, por algo los que triunfan en Benidorm, especialmente entre las féminas, son los tribales en el culo. Y por esa misma razón es tan difícil hacerlos en codos o rodillas. Además aquí se junta también el qué. Si te empeñas en hacerte uno en semejantes sitios, aparte de ver las estrellas más lejanas, te arriesgas que, al ser articulaciones, a cada paso que des el gracioso ratoncito tatuado en una rodilla acabe convertido en una asquerosa rata mutante. Por ejemplo.
Claro que ya puestos a tatuajes móviles digo yo si no sería más divertido hacerse uno que cubriera todo un huevo, todo el día subiendo y bajando el condenado... que parece que tiene vida propia. ¿Dolerá mucho?

... reyes feos.
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