Basta con dejar suelto a un crio en cualquier pasillo de un supermercado para darse cuenta de que en realidad no son esos locos bajitos que nos quieren hacer creer sino unos psicópatas peligrosos de los que conviene alejarse si uno quiere conservar su integridad.
Comprobado. Y no, no me gustan los niños. Y sus madres menos.
... Kleenex
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