Si se le ocurre entrar en una consulta de cualquier centro de atención primaria a pedir una ensaimada y le dicen que allí no hay ensaimadas, conténgase. Es muy probable que sea así. Bien es verdad que si el médico (titular y/o suplente) fuese un verdadero profesional, tendría un cartel a la puerta (junto al del horario, por ejemplo) con la advertencia: "aquí no hay ensaimadas". De esta manera tan sencilla se evitarían bochornos como el que nos ocupa. Otra solución sería que tuvieran en lugar visible -la fachada, por ejemplo, incluso en varias fachadas- una lista de los productos y servicios que se expendan en el interior. Así no se encontraría usted perplejo, sin entender por qué el médico -precisamente el médico, un servidor público al que paga con sus impuestos- le negaba una simple, humilde, liviana, modesta y recatada ensaimada.
Porque usted, que -repito- paga su impuestos, se merece cualquier cosa y más. Y qué menos que una ensaimada por consulta. !Faltaría!
... lengua larga
Todos los "capítulos" de "tantos hombres y tan poco tiempo"
No hay comentarios:
Publicar un comentario