Es un poco como el timo de la estampita en el que el papel de tonto suele corresponder –estadísticamente al menos y en este caso seguro- a algún sudamericano de turno que juega con la codicia de quien se piensa deseado por alguien que lo único que desea es su propio interés. Lo curioso del caso es que acaban consiguiendo su propósito y dejando al primo más pelado que el desierto del Sahara.
No es el primero, ni será el último. Pero cuando lo ves en tu entorno y puedes observar más de cerca como se pone en marcha la caza y captura mediante una interesada seducción -en la que son unos verdaderos expertos- buscando sólo el beneficio y jugando sin escrúpulo alguno con la vanidad y los sentimientos de quien cree haber encontrado el amor de su vida –enchochamiento unilateral puro y duro contra el que no puedes hacer nada- da un poco de rabia.
Aunque si lo piensas le está bien empleado, por gilipollas.
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