Al menos en metálico.
Y por otro con las gallinas, las cuales, y a pesar de su mal ganada fama de furcias, poseen una moral sexual cercana a la monogamia.
Si en un gallinero hay alguien crápula, disoluto y disipado, es el gallo, no ellas.
Por ello me sumo a la propuesta que circula por ahí poniendo las cosas en su sitio: las gallinas, igual que no son consejeras autonómicas, carpinteras o ministras, tampoco son putas. Y si algún animal de bellota jurásico sigue empeñado en insultar a una mujer, que lo haga usando otros bichos mucho más depravados y peligrosos que las pobres gallinas. Que haberlos haylos...
Cualquier mosquita muerta, por ejemplo.
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