Al final la verdad triunfa. Resulta que mis habituales problemas para venir al trabajo (a trabajar ya uno ni se lo plantea) no estaban causados –como siempre me habían hecho pensar- por ser un holgazán redomado y un vago sin remedio, no. Es que soy clinómano.
Hola, me llamo Peluche y soy clinómano.
Después de los correspondientes estudios clínicos, innumerables pruebas de laboratorio, búsqueda de posibles antecedentes y un detallado diagnostico diferencial con otras enfermedades que un servidor pudiera (o pudiese) padecer (entre ellas la kirstakosteoepsomanía, - tendencia a retorcerse constantemente el bigote-, la ganomanía, -obsesión por contraer matrimonio- o la ginecomanía, -deseo sexual insaciable por una mujer-) ya tengo un diagnóstico claro: padezco clinomania, enfermedad crónica caracterizada por un solo síntoma: la inclinación o afición exagerada a permanecer en la cama o en decúbito horizontal.
Ahora a ser bueno y a cumplir escrupulosamente el correspondiente tratamiento que, como en todas las enfermedades de este tipo, será largo, muy largo, y de evolución muy, pero que muy lenta.
Hasta la jubilación. Por lo menos.
... la punta de los zapatos
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