Aunque cualquier trabajo, por cómodo, agradable o fácil que sea, acaba resultando -más pronto que tarde- la cadena perpetua a la que sólo por nacer estamos condenados lo pobres, pocos deben de ser tan ingratos como aquel en el que lo único que tienes que hacer cada día es ver como le pagan a un montón de tíos por hacer algo que tu sueles hacer a menudo en tu casa gratis. Pocas ocupaciones deben de ser tan desagradecidas como trabajar de empleado en un banco de semen.
... sin cumpleaños
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