Las discusiones, cuando pasan los años, fatigan, y uno llega a una edad en la que, salvo algunas (muy, muy pocas) de esas cosas que sabes que nunca vas a admitir (lo que no quiere decir que no las haya hecho, haga o piense hacerlas), lo acaba llevado todo al terreno de la relatividad.
Un planteamiento al que estoy abonado y del que cada vez estoy más satisfecho. Las infinitas posibilidades que en cualquier discusión sobre cualquier tema abre un "sí.. pero no" o un "no.. pero sí" sin ni siquiera romper el principio aristotélico de la no contradicción, y que tan lejos está de las pontificaciones absolutas que solíamos perorar cuando éramos (más) jóvenes, está sido una de las pocas compensaciones que me proporciona el exceso de edad. Y para pocas cosas buenas que tiene, no pienso renunciar a ella.
Hasta el lunes pues, que mañana es San Isidro.
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