Un mínimo roce con ellas basta para convertirte en el eventual transportista de alguno –más bien algunos- de sus muchos pelos. Y qué decir cuando entras a cualquier retrete en el que minutos antes se ha estado peinando alguna... largos, teñidos, pegajosos. Ni en el suelo de una peluquería de la mili -en sus buenos tiempos- podías encontrar tantos.
¿Cómo es posible que con la cantidad de pelos que se les caen a ellas, siempre seamos nosotros los que nos quedemos calvos?
... censura egipcia
Todos los "capítulos" de "tantos hombres y tan poco tiempo"
No hay comentarios:
Publicar un comentario