¿Razones? Pues existen tantas como pensadores se han dedicado a teorizar con el asunto. Sin embargo no deja de tener su aquel –poesía incluida- aquella que explica que los pechos femeninos han ido evolucionando hasta convertirse en un precioso balcón que cumple con la misma función de atracción que el trasero de un baduino hembra. Los defensores de la teoría, encabezados por el psicólogo Michael Perry, afirman rotundos: “a diferencia de los monos, una mujer camina erguida, por lo que necesita tener sus atributos de frente”.
Servidor, como es obvio, nada tiene que opinar en tan maleable tema. Ni ganas. Hasta el lunes pues.
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