Ya no digo yo que la cosa sea un problema estético; al fin y al cabo -y aunque ahora anden un poco desprestigiadas- descendemos de culturas (la griega y la romana) en la que se consideraba que el mayor encanto de la mujer residía en que sus nalgas y brazos fueran regordetes y blancos como la nieve (una de las advocaciones de la diosa griega Afrodita -Venus para los romanos-, la divinidad del amor carnal, era Callipige, es decir, la de las bellas nalgas), sino un problema de tipo mucho más práctico: tengo yo mis dudas de que un suelo como el español pueda soportar -teniendo en cuenta que la cosa es acumulativa y viene ya de otras navidades- semejante tonelaje.
¿No correremos peligro, (por aquello que dicen de la gravedad -aunque yo siempre he pensado que es por el propio peso-) de acabar hundiéndonos?
No sé... es que 115 millones de kilos más en apenas dos semanas son muchos kilos.
... cinco de cien
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