Visto el guirigay que, por cuestiones laborales, se me formó ayer, a veces entiendo a la perfección al filósofo griego Demócrito de Abdera cuando decidió arrancarse los ojos para poder meditar mejor.
Hay días en que no le dejan a uno hacer nada coherente. Pero nada.
Y ya que está tan de actualidad lo de las caras virtuales que visualizan emociones, aquí van algunas autoinstantáneas tomadas a lo largo de tan gloriosa mañana:
... de rigor
Todos los "capítulos" de "tantos hombres y tan poco tiempo"
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