Una vez descartado lo de actor porno (mis cualidades naturales, perfectamente demostrables, no han podido con los enchufes que controlan el negocio – digan lo que diga la gerontofilia está ahí y uno siempre iba a tener su público-) creo haber encontrado un trabajo que cumple, dentro de la obligatoriedad de tener que trabajar, mis expectativas.
Si en principio pensé en aspirar a la plaza portacorbatas, figura creada por Luis XV de Francia cuyo único cometido era abrocharle y desabrocharle la corbata al rey (una corbata que sólo llegó a usar una vez en su vida), he pensado mejor que me ofrezco como vaporizador natural, una empleó instituido por Popea, esposa de Nerón, que en una época donde no se habían inventando aun los vaporizadores, tenía por costumbre que una esclava se llenase la boca con perfume y lo pulverizase sobre su rostro y cuerpo.
Sí, evidentemente ha que trabajar un poco más que siendo portacorbatas, pero sólo la idea de escupir directamente a la cara del jefe todos los días y que encima te paguen por ello, tiene que compensar. Seguro.
... el membrillo: un remedio para todo
Todos los "capítulos" de "tantos hombres y tan poco tiempo"
No hay comentarios:
Publicar un comentario