Con una aversión especial a los siniestros e infernales lunes.
Como lo de la jubilación no acaba de cuajar -se empeñan en que para cobrar sin trabajar tienes que ser (más) viejo-, me estoy planteando en serio pedir una baja por estrés antes de que sea demasiado tarde.
Casos de locura por exceso de actividad laboral hay muchos; y ya que todas las teorías modernas apuntan a que la prevención es el mejor remedio, habrá que poner manos a la obra. Pero ya.
Todo con tal de no llegar al extremo del orador, médico y poeta del siglo XVII, Gaspar Balaus, que en su vida diaria desarrollaba tal grado de actividad laboral, que acabó creyéndose hecho de mantequilla, por lo que eludía cualquier fuego o fuente de calor por miedo a derretirse.
Un día muy caluroso, temiendo fundirse, se arrojó de cabeza a un pozo y murió ahogado.
Antes de llegar a esos extremos, mejor una baja. La salud ante todo. Tengo miedo.
... cien millones.
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