2802. Viernes, 15 enero, 2016

Capítulo Dosmilésimo octingentésimo segundo: “Hay labios tan finos que en vez de besar, cortan”. (Paul Charles Bourget 1852.1935; escritor francés).

"Yo quiero morir como he vivido siempre: debajo de una mujer", proclamaba a mediados del año 2002 el empresario alemán Rolf Eden (1930). Y fiel a la frase, el señor Eden, rico gracias a fundar las primeras discotecas alemanas, escribió en su testamento que dejaba 125.000 euros a aquella señora o señorita capaz de conseguir que él falleciera mientras estuviera coiteando con ella. Dicho en plan fino por aquello de los capamientos: que el óbito se tenía que producir en el momento en que él se encontrara conociéndola bíblicamente.

Y como el género humano es solidario por naturaleza desde el 2002 en que se hizo público el testamento, y hasta el 2015 en que el buen hombre abandonó este mundo, miles de candidatas a verdugas se han solidarizado con el deseo de este venerable anciano movilizándose para intentar satisfacer la última voluntad de tan amable caballero.

Para que luego digan que la juventud de hoy no tiene metas.


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