1156. Viernes, 4 abril, 2008

Capítulo Milésimo centésimo quincuagésimo sexto: "Los peces de colores solo tienen 3 segundos de memoria, ¿lo sabías?, si tardan 3 segundos en rodear la pecera, todo es nuevo otra vez. Cada vez que 2 peces se ven es como la primera vez. Es como si fueran humanos. Como cuando nosotros nos enamoramos... Es como si fuera la primera vez... Una reacción química nos hace olvidar los recuerdos dolorosos de la ultima ruptura y decimos ¡Vaya! Esto es genial, es nuevo! Esto es diferente! (Sean Campion en "La memoria de los peces", 2003)

Pompeya, 12.000 habitantes, colonia de mediano tamaño de la antigua Roma, la cual, gracias su magnifica posición en el golfo de Nápoles y a las ricas tierras volcánicas que la rodeaban, disponía de una notable riqueza. Tenía, además y como pueblo avanzado que era, una importante vida cultural y social como dan fe la existencia en la misma de 35 lupanares, un número importante comparado, por ejemplo, con sus 32 panaderías, los nueve talleres de tintorería o sus 18 lavanderías.

¿El secreto del éxito?, la especialización. Las muy diversas preferencias que en cuestiones de sexo tenían los pompeyanos especializaron la oferta de tal forma que todos los pequeños negocios dedicados al tema podían vivir sin problemas. Cada uno ofrecía algo distinto a los demás. Podían tomar nota los pequeños comercios de ahora: en la especialización está la solución.

Destacaban las ofertas de prostitución femenina (la mayor parte de la putas -del latín putidos: "apestoso", "podrido"- eran griegas o se hacían pasar por ellas y debían llevar el pelo corto), algunas muy económicas, como las de prostitutas que ofrecían sus servicios en el extrarradio de la ciudad o en las vías romanas rodeadas de monumentos funerarios. En uno de ellos todavía se puede leer la inscripción "Felix felat as sibus I" -Felcia la chupa por un as-. Buen método. Una lista de precios clara siempre evita que el cliente pueda llevarse algún susto en la factura final.

Otras, más discreta se ofrecían por dos ases, pero indicando su "buenas maneras y su buen hacer". Algunas utilizaban nombres exóticos, y otras tenían un elevado caché, dando a entender que ofrecía un lujo y un refinamiento en consonancia con un servicio elitista y un trato más exquisito. Las más caras ofrecían incluso "conversación". Normal, si alguien quiere un servicio que incluya alguna extraña parafilia es lógico que pague más por él.

La prostitución homosexual también era abundante. En una sociedad como la romana en la que la homosexualidad gozaba de una tolerancia notable, no era nada raro. Está documentada por la publicidad que, en forma de pintadas, aparecía a la puerta de las casa en las que se ofrecían los servicios y que se han conservado gracias a la lava del Vesuvio. En una de ellas todavía se puede leer claramente: "Mentula V HS" -se ofrece verga por cinco sestercios-. A primera vista quizá un poco cara, pero si tenemos en cuenta que a la salida de la misma casa hay otra pintada -posiblemente realizada por algún cliente satisfecho- en la que se puede leer "Narcissus fellator maximus" pues.. Lo bueno siempre cuesta más.

Una ciudad para vivir. Por cierto, ¡qué poco han cambiado ciertas cosas a pesar de los muchos años que han pasado!. Hasta el lunes.

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