Ya va siendo hora de que alguien lo diga, el tabaco cumplía una función social y sanitaria muy importante. Ahora que el tabaco ya no apesta en nuestras ropas -y/o afecta a nuestro impresionante pelo-, nos hemos dado cuenta de la realidad: el tabaco tapaba un montón de otros olores mucho más desagradables, desde el típico olor a fritanga del bar, hasta el más que habitual a sudor rancio del sobaco del guarro -y hay muchos-.
Cuesta reconocerlo, pero desde que el olor a tabaco ha desaparecido de nuestras vidas es más difícil andar por el mundo.

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