Capítulo Tres milésimo quingentésimo sexagésimo sexto: “¿Y qué habrá sido de toda esa gente que mandé a la mierda? ¿Habrán llegado?”.
Cuando te recomiendan algunas series y piensas que la del 3x15 que te insinúan debe ser alguna nueva de zombies que ponen en el netflix, posiblemente es hora de ir al gimnasio porque a lo mejor, solo a lo mejor, después de un verano tragón te estás poniendo hamburguesa.
Pero no lo hacen fácil. Primero porque ninguno queda cerca, de hecho el sofá siempre queda más cerca de cualquier gimnasio y eso no deja de ser algo que anime precisamente, y después porque nada más llegar, el cachoso de recepción siempre te van a decir lo mismo: es que a tu edad lo único que puedes hacer ya es definirte un poco.
A ver, que para definirme no me hace falta ir al gimnasio, me basto solo: soy bajito, me estoy quedando calvo y cada vez tengo menos expectativas de futuro, osea-se que para eso no necesito tirar el dinero, que ya defino yo mi cuerpo con una sola palabra: depena.
Si alguna vez me enfado con el mundo y quiero hacer mucho daño a la vez, lo tengo muy claro: pondré un puesto de churros con bacon a la salida de un gimnasio. Y degratis. La inversión merece la pena.
... u.
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