Con estas cosas de las redessociales te pasas todo el día viendo las vidas perfectas de los demás como en una vitrina mientras la tuya, la real, es tan normalita… y tan complicada. Todo el mundo parece estar mil veces más feliz que tú. Todos tienen el novio perfecto que su familia adora y los amigos envidian; son los más fotogénicos, los más divertidos, los más ocurrentes, los mejores en cada foto, lo más naturales.
Que sí ellos beben cappuccinos con flores en la espuma, a ti el café te chorrea por la camisa recién puesta; que si ellos viajan en avión y siempre les toca el asiento en el que se puede estirar las piernas (aunque yo creo que esos asientos son leyendas urbanas), tu corres a pillar el autobús cruzando el semáforo en rojo aunque el borde del conductor arrancará justo cuando estés llegando y te hará esperar al siguiente; que si su perro -que también tiene su propio instagram- corre por los Alpes, tu huyes de la rata peluda que tiene el vecino empeñado en babearte mientras te huele descaradamente (¡si no hace nada, solo quiere jugar!). Y así con todo.
Desde las películas de disney nos acostumbramos a ver parejas perfectas, guapérrimas e inalcanzables, Al menos sabíamos que era puro cuento. El problema empezó cuando la misma gente que conocemos empezó a montar su cuento de hadas para el facebook, y en poco tiempo se nos olvidó aquello de “el que mucho presume de mucho carece”. En esas estamos.
... tiquismiquis.
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