Nos tomamos demasiado en serio las cosas. Empezando por las de uno mismo. Al menor contratiempo nos sentimos sacudidos, preocupados y forzados a repensar cómo estamos viviendo nuestra vida; a qué le estamos invirtiendo tiempo y a qué tanta sarta de estupideces le estamos dando importancia. Nos azotamos y autocastigamos de más, sin comprender que somos mucho menos relevantes de lo que creemos. A ver, no es que uno vaya por la vida valiéndole absolutamente todo, sino que, al final, la verdad es que hay muy pocas cosas en la vida realmente importantes e irreversibles. La vida es una, bastante complicada, y tampoco es plan de recorrerla sufriendo con tanta suficiencia, vanidad y pedantería.
Al fin y al cabo todo pasa y no pasa nada ¿Os acordáis cuando erais niños y queríais ser mayores para poder hacer lo que quisierais cuando os diese la gana? … Decidme, ¿cómo lo lleváis?
... color.
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