No conozco a nadie que se llame Lázaro, al menos no conozco a nadie que se llame Lázaro con el que tenga la suficiente confianza, pero tengo que reconocer que no me importaría nada, pero nada, nada, ir caminando junto a uno, que se tropezara, acabara en el suelo y poderle soltar aquello de “Lázaro, ¡levántate y anda!”.
Por más que te contestara: “!espera leches, qué se me ha subido el gemelo coño!, uno tiene que sentirse importante, ¡Anda que no!
... palabras.
Todos los "capítulos" de "tantos hombres y tan poco tiempo"
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