Si alguien sabe montar un espectáculo esa es la naturaleza. Contemplar una tormenta en todo su esplendor y de noche es alucinante. Y si además vas desnudito, (sin ropita ni nada), gritando como un poseso y en un bosque perdido, el asunto es para no olvidar por los siglos de los siglos.
Es verdad que por aquello de los rayos y tal, la cosa puede resultar peligrosa… pero ¿qué es la vida sin caprichos?

... agua sagrada.
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