Lo mejor de los fines de semana fríos de primavera compartidos es que hasta te parece apetecible la idea de quedarte en casa reptando de la cama al sofá y del sofá a la cama y de ahí a la bañera, y de ahí a la encimera de la cocina haciendo algo rápido para matar el hambre (ensartas dados de pollo intercalándolos con trozos de piña y acabando con un tomate cherry, vuelta y vuelta a la plancha y listo) y de ahí a la mesa a comer y de ahí de vuelta al sofá a ver una peli acurrucados bajo unas mantas. Y de ahí a la cama, y así ad infinitum, hasta el fatídico lunes en que te tienes que despedir y esperar horas, si no días, para arrancarle más ratitos a la rutina.
Los lunes no son buenos.
... Pascua.
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