Hay cosas que no volverán por más que nos empeñemos; y no hablo de aquellas piruletas en forma de corazón o de los chupachúskojak con chicle dentro (ahora hacen mil imitaciones pero nunca van a ser como los originales) sino de sentir esa inmensa satisfacción, que muchos conocimos cuando éramos jóvenes, de llegar al final de un videojuego.
Porque antes, y por más que a los que ahora juegan les parezca ciencia-ficción, sí se podían pasar todas las pantallas de un videojuego y llegar hasta el final. Costaba muuuuuucho, sí, pero lo conseguíamos.
Y lo más asombroso y/o sorprendente y/o inaudito: ¡sin estar online!
... alta definición.
Todos los "capítulos" de "tantos hombres y tan poco tiempo"
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