Capítulo Dosmilésimo octingentésimo sexagésimo cuarto: “No hay emoción más intensa para un inventor que ver una de sus creaciones funcionando". (Nikola Tesla; 1856 - 1943; inventor austriaco).
Intento desayunar. Saco el cartón de la nevera, me llama la atención lo curioso del mecanismo del abrefácil (¿abrefácil?, ¡loscojones)! y, por aquello de hacer algo distinto a lo habitual a esas horas (o a cualquier otra), pienso.
¿Cómo puede hacerse rico un tío que lo único que hizo fue levantar la esquina de un cartón de leche, pintarle unas rayitas y patentar tan complicado invento? Y encima del que inventó el botijo no sabemos ni su nombre ¡Qué injusta es la historia!
... ética médica.
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