La mejor forma de luchar contra el paro es crear nuevos puestos de trabajo. Y una buena manera de hacerlo sería recuperar oficios que, aunque ahora estén olvidados, en otras épocas llegaron a tener hasta un evidente prestigio social.
Enrique VIII creó en palacio un puesto fijo, el geltilhombre del excusado, cuya función era desvestir al monarca y ayudarlo a defecar. El rey Jorge III de Inglaterra llegó a tener 9 ayudantes para que le asistieran en sus íntimas necesidades.
Un trabajo de mierda, sí, pero un trabajo para el que cualquiera, en principio, estaría cualificado; fácil, cómodo y que, además, necesitaría poco esfuerzo para realizarlo ya que, salvo en épocas complicadas, bastaría prestar atención una o dos veces al día para felicitarse por un trabajo bien hecho.
Si ya está todo inventado… Lo que hay es que ponerse manos a la obra.
... matemático.
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