Capítulo Dosmilésimo ducentésimo sexagésimo primero: "Cuanto más grande la cabeza, más fuerte la jaqueca”. (Proverbio serbio)
Iba un viejecito por el bosque cuando escuchó a sus pies una débil voz. Se agachó y descubrió que quien le hablaba era una ranita:
- Soy una princesa hermosa, erótica y sensual, diestra en todos los placeres de la carne y el amor. La reina mala, envidiosa de mis encantos, me convirtió en rana, pero si me das un beso volveré a ser quien era y te daré todos los goces y deleites que mi voluptuoso temperamento y mi ardiente concupiscencia pueden producir".
El anciano levanta la rana y se la guarda en un bolsillo. Asoma la cabeza la ranita y muy desconcertada, le pregunta:
-¿Qué? ¿No me vas a besar?
- !No! -responde el viejecito-. - A mi edad es mucho más divertido tener una rana que habla que una maniática sexual.
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