El siguiente!, gritó desde su sillón. Con un gran puro en su boca, examinó con detenimiento al hombrecillo que asomó tímidamente tras la puerta de su despacho: "Qué sabe usted hacer?", le preguntó insolentemente el empresario circense. El hombrecillo, sin mediar palabra, se subió a una silla y se tiró al suelo de cabeza. Se levantó y tomando carrerilla se lanzó contra la pared. Esta retumbó. Hizo lo mismo con la pared contigua. Cuando intentó subirse a la mesa de despacho, el empresario gritó: "!Basta!". Le tendió un documento: "!Firme aquí si está conforme! !Treinta euros por función! El hombrecillo se apresuró a firmar, al mismo tiempo que preguntaba con voz esperanzada: "Son dos funciones al día, ¿verdad?".
Puta crisis.
... alergia a los besos
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