Y a pesar del paso de los años, la técnica sigue siendo la misma. En el ámbito de la civilización civilizada los jeques -y jequesas- del monopolio económico –como los antiguos frailes- son unos tíos muy listos. Primero crean el nerviosismo con la dichosa crisis, eso de la noche a la mañana; después hacen correr el rumor que de Europa está en trance de quedarse en pelota picada y ordenan recortar gastos como si hubiera un bombardeo; luego los sociólogos hablan de que hemos vivimos en una falsa situación de riqueza; los moralistas sacan tajada con el sermón del lujo y el desenfreno; los economistas ya piensan en las algas del mar salada; los políticos echan la culpa a un ente cósmico y los agoreros finalmente predicen que todo esto se va a ir al diablo. Y cuando el ciudadano ya tiene la moral en los pies y en plena crisis de histeria se pasa el día bajo el colchón sin atreverse a salir de casa porque opina que lo van a brear, cuando el seso del contribuyente ya está lo suficientemente macerado con las noticias de la presente desgracia, abren un portillo a la esperanza e insinúan que con unos bajadas por aquí y unas subidas por allá la cosa aún se puede arreglar. Y a continuación te meten un rudo reajuste y te dejan molido.
Y así hasta parece que tienes que agradecerles cada día el hecho de seguir viviendo. Son listos los condenados, son listos.
... enchufes.
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