Para proteger a los rebaños de ovejas de los procelosos lobos que por estas fechas suelen ponerse como el quico de ricas tajadas del sufrido y pacífico semioviente ovino, lo más productivo es pagarle a una de las ovejas, la más agresiva, un cursillo de artes marciales –judo o similar- por correspondencia. Hay muy pocos lobos que se atrevan a atacar un rebaño en el cual una de las ovejas sea cinturón negro; y si alguno osare peor para él. Una idea que bien pudiera extenderse a otro tipo de colectivos dado el gran número de ellos que presentan las mismas o parecidas necesidades.
Parece que con esto de la navidad a uno le salen sus instintos más sentimentales en lo que ayudar a los demás se refiere.
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