Los empleados hacemos las mismas cosas que hacían los esclavos, pero se nos ha cambiado el nombre, brillante ejercicio éste de dignificación por el apelativo, que se sigue practicando. Nadie dice ya te vendo esta finca doscientos esclavos, que era un atentado a la dignidad del hombre, sino te vendo esta empresa con trescientos empleados, lo que suena completamente distinto aunque venga a ser lo mismo.
La barrera entre la esclavitud y la servidumbre es inestimable, ambigua y evanescente.
... Greta
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