Y cuentan las crónicas que fueron varias las cabezas que parpadearon durante unos 30 segundos.
De lo que se puede sacar dos incuestionables conclusiones: que debe doler lo suyo que te corten la cabeza (aunque sean sólo unos cuantos segundos), y lo que es más importante: que hasta en las peores situaciones hay gente amable a la que no le importa echarte una mano, sobre todo si les pides las cosas por favor. No deberíamos perder la fe en la humanidad. Nunca.
... el pinchazo del placer
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