Aunque entre los dos tiempos hay grandes diferencias. Mientras el laboral es obligatorio llenarlo de tiempos muertos (de retales de los tiempos muertos de este año podría hacerme más de un traje) desperdiciar el tiempo libre es, además de una aberración, una vulgaridad.
Estoy a punto de pisar la tierra prometida de unas vacaciones a las que pienso sacarles todo el partido que pueda. Vuelvo el próximo jueves 12 de abril. Hasta entonces.
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