2829. Martes, 23 febrero, 2016

Capítulo Dosmilésimo octingentésimo vigésimo noveno: “No hay nada noble es sentirse superior al prójimo; la verdadera nobleza consiste en ser superior a tu antiguo yo". (Ernest M. Hemingway, 1899 - 1961; periodista estadounidense).

Una –otra- de las grandes verdades universales de esta vida es que el frío lo marcan las madres. Cuando una madre suelta eso de, “hijo, llévate la rebequita que parece que va a refrescar”, ya puede estar cayendo en ese momento una chicha para flipar y que el termómetro marque 45 grados que refrescar, refrescará. Yo tengo la teoría de que cuando te conviertes en madre te dan un teléfono rojo tapado con una campana de cristal y línea directa con el encargado de la temperatura de los cielos o en su defecto el servicio de atención que ahí allí. En cuanto no te llevas la rebequita tu madre llamará:

- “Hola, ha llamado al servicio de atención a la madre, le atiende Loli, ¿en qué puedo ayudarle?".
- "Mire, que quiero darle una lección a mi hijo que se ha ido sin la rebeca y así escarmiente para que no se la vuelva a dejar".
- "Muy bien señora. Para obtener un frío de tipo otoñal pulse uno, para un frío invernal pulse dos, para un frío ártico de la hostia pulse tres, para cualquier otra consulta espere por favor. Muchas gracias por utilizar nuestro servicio".

E impepinablemente empezará la rasca, y tu vuelves a casa encogido, y entonces se produce ese gran momento, esa gran recompensa que tienen todas las madres por la gran cantidad de disgustos y sinsabores que conlleva un cargo tan sufrido, decirte: “lo ves, te lo dije, ¡si me hubieras hecho caso!”.


... el tubo.

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