2652. Viernes, 8 mayo, 2015

Capítulo Dosmilésimo sexcentésimo quincuagésimo segundo: " Nuestra crítica consiste en reprochar a los demás el no tener las cualidades que nosotros creemos tener". (Pierre-Jules Renard, 1864-1910; escritor francés).

Las hembras del cuerpo espín, las cuerpo espinas, tienen muy escaso deseo sexual, apenas les entra ganas de aparearse entre 8 y doce horas… al año. Por eso es normal que quiera tener lo mejor del mejor.

Lógicamente el romanticismo acompaña tan exclusivo momento. Y por eso, al seleccionar compañero lo primero que valora es que la meen como Dios manda. Cuando un macho detecta que una pareja en potencia se encuentra en este escaso rango de "hora feliz", se levanta en dos patas, se mueve lentamente y le lanza un potente chorro de orina (que puede rociar a una que se encuentre incluso a dos metros) con el propósito de empaparla por completo.

Y en eso las puerco espinas son muy exigentes, si la ducha no le convence se sacude sin contemplaciones la orina y se va. Si, en cambio, logra impresionarla, la hembra se inclina y se coloca en una de las pocas posiciones en las que el macho puede penetrarla sin lastimarse con sus púas.

Y luego, por supuesto, valorará que después cumpla, ya que una vez que se pone, se pone: lo hace de forma constante, seguida, durante largo, y tardará mucho en quedar satisfecha. Por eso, si su pareja no le lleva el ritmo como debe, lo abandona rápidamente y se va a buscar a otro que esté más dispuesto a seguirle el paso.

Normal, mira que si para pocas veces que se le antoja no va a querer tener lo mejor de lo mejor.



... historias extra-ordinarias.

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