2519. Viernes, 3 octubre, 2014

Capítulo Dosmilésimo quingentésimo decimonoveno: "Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás, es la única manera" (Albert Einstein, 1879 - 1955; físico alemán)

Cuando establecemos la -tan habitual -comparación entre una señorita sexualmente promiscua y una gallina, estamos cometiendo un doble error. Primero con la mujer, que, por muy ramera que sea (y salvo que ejerza de tal de forma profesional) rara vez cobrará por acostarse con distintos hombres.

Al menos en metálico.

Y por otro con las gallinas, las cuales, y a pesar de su mal ganada fama de furcias, poseen una moral sexual cercana a la monogamia. Si en un gallinero hay alguien crápula, disoluto y disipado, es siempre el gallo, no ellas.

Por ello me sumo a la propuesta que circula por ahí poniendo las cosas en su sitio: las gallinas, igual que no son consejeras autonómicas, carpinteras o ministras, tampoco son putas. Y si algún animal de bellota jurásico sigue empeñado en insultar a una mujer, que lo haga usando otros bichos mucho más depravados y peligrosos que las pobres gallinas. Que haberlos haylos...

Cualquier mosquita muerta, por ejemplo.


... historias extra-ordinarias.

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