2325. Lunes, 4 noviembre, 2013

Capítulo Dosmilésimo tricentésimo vigésimo quinto: "Un paso más allá del entusiasmo, y se cae en el fanatismo; otro paso más, y se llega a la locura. (Jean Baptiste Félix Descuret, 1795 - 1871; psiquiatra francés)

Hoy, con gran rubor, me he mirado desnudo delante de un espejo y me he dado cuenta de que he pasado de moda, que uso un modelo antiguo de líneas feas y pesadas. Ya no se usan brazos y piernas tan delgados y los cuerpos suelen ser más esbeltos y funcionales.

La carrocería también la tengo en malas condiciones: encanecida, llena de arrugas y verrugas por todas partes, descolorida, con eccema.

Debería haberme hecho una revisión a fondo cada cinco mil horas de uso, pero ahora ya es tarde para empezar. El motor no tiene fuerza, no tira en las cuestas y no aguanta un viaje regularmente largo. Necesita un buen encamisado. La calefacción no funciona y pierdo agua constantemente por culpa de la incontinencia orina.

El motor de arranque me hace sufrir todas las mañanas con sus flemas y esputos y del encendido es mejor no hablar: en mí ya no se encienden ni los deseos de discutir en el café con los amigos.

Soy un coche viejo y feo y ahora advierto lo mal que me he cuidado en las miles de horas que lo he estado usando.

Cualquier día aparco mi automóvil en una cuneta de una calle oscura y lo dejo allí hasta que la grúa municipal o los basureros se lo lleven para venderlo como chatarra o para que los estudiantes de medicina estudien en mis ruinas anatomía. Y que sea lo que Dios quiera.


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