2146. Miércoles, 16 enero, 2013

Capítulo Dosmilésimo centésimo cuadragésimo sexto: "Cuando te inunde una enorme alegría, no prometas nada a nadie. Cuando te domine un gran enojo, no contestes ninguna carta.” (Proverbio chino)

El pensamiento no tiene por qué corresponderse expresamente con el lenguaje. A ver si me explico. Siempre que veo un caballo no tengo por qué decir "caballo", y siempre que veo un imbécil no tengo por qué decir "imbécil". El hecho de que vea más imbéciles que caballos tampoco es una razón para que diga "imbécil" a cada paso. Y, no obstante, mi actitud es reprensible desde el punto de vista científico, porque se trata una renuncia a la objetividad. Tendría que decir "caballo" siempre que veo un caballo e "imbécil" siempre que veo un imbécil. ¿Y por qué no lo digo? Sencillamente porque, como decía el otro, hablar es abstraer, y hay cosas tan evidentes, véase los caballos o los imbéciles, que no hace falta señalarlos. Cualquiera, salvo ellos, sabe que lo son.

Debería añorar el tiempo en que la punta del dedo o el movimiento de la mano servía para expresar todas las ideas, sin necesidad de expresión verbal.


... pelícanos

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