2085. Martes, 18 septiembre, 2012

Capítulo Dosmilésimo octogésimo quinto: ‎”Cada minuto que pensamos pensando en los problemas, lo quitamos de pensar en la solución”. (Proverbio africano)

Miedo. Me empieza a entrar miedo con esto de la tecnología y sus avances. Ya no respetan ni los lugares más sagrados de la persona. Ahora, al último grito en diseño e innovación en cuestión de retretes, se ha sumado la más moderna técnica. ¿El resultado? ya están empezando a "hablar". Los retretes, digo.

Hay uno en el Stedelijk Museum de Ámsterdam que habla. Mediante un complicado sistema de sensores, es capaz de realizar "sugerencias" a los usuarios según su comportamiento a la hora de hacer sus "necesidades". Por ejemplo, es capaz de abroncar con todas sus fuerzas a quien mea fuera de la taza advirtiéndole, y muy seriamente, de lo guarro que es. Además, y en una función muy educativa, "anima" a que todos los que lo usen a lavarse las manos al acabar.

Y es sólo el principio. Según se vayan perfeccionando supongo que el susodicho retrete podría dar "gritos" de apoyo a los pobres estreñidos (-tipo ¡"vengaaaaa compañero, que tu puedes!", "!ánimo que ya sale!"-) cuando estén en plena faena, (algo que siempre les confortará un poco de sus esfuerzos), o lo que sí me parece a mí que puede ser más atractivo: podrá susurrarnos palabras -de esas que "animan"-, a la hora de practicar ciertos placeres solitarios, los trabajos manuales de toda la vida...y que levante la mano quien no los haya disfrutado alguna que otra vez.

Desde luego, ya nada volverá a ser igual en esa sala de meditación, recogimiento y concentración que hasta ahora ha sido el retrete. El precio del progreso empieza a ser alto, demasiado alto.


... para gustos.

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