1873. Martes, 6 septiembre, 2011

Capítulo Milésimo octingentésimo septuagésimo tercero: "Una cesta de mimbre es un recipiente que se utiliza para recoger agua de dentro a afuera (Alberto S., 35 años, comercial)

Dicen las leyendas (sagradas) que cuando Dios quería castigar a los pecadores paisanos del medievo introducía el virus del cólera en los manantiales o la peste bubónica en los pozos. A pesar de todo la gente seguía bebiendo porque al final siempre llegaba un predicador con tenderete de disciplinas y cilicios para remediar la colitis. Antes había solución.

Ahora, agudos mortales sin espiritualidad capaz de quitarnos ni una simple diarrea, hemos avanzado.

Según un edicto firmado y rubricado por un pomposo "Servicio Técnico del Laboratorio Municipal", colgado este verano, el agua del caño de la plaza del pueblo de mi padre ya no es potable. Uno está orgulloso de vivir en un tiempo en el que se tiene la posibilidad de fumigarse el sobaco con el sabor salvaje de los limones del Caribe. Cosa que no podían hacer los antiguos. En cambio los antiguos podían beber el agua milagrosa de un montón de fuentes que uno ya no puede. No sé si el "hemos avanzado" es lo más exacto.

Fumiguémonos el sobaco, lavémonos la boca con pasta de sabor a menta, usemos bragaslips anatómicos, gocemos de todos los avances de la técnica moderna. Pero si frente a tanta felicidad científica tenemos la desdicha de no poder beber el agua del caño ni de cogernos la habitual cagalera estival en plena feria, ningún verano volverá a ser lo mismo. Una pena.



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