1779. Viernes, 4 marzo, 2011

Capítulo Milésimo septingentésimo septuagésimo noveno: "La paciencia es la llave de la solución” (Proverbio fenicio)

Ahora que andan revueltos, se empeñan en repetirnos una y otra vez que los pueblos árabes son lo que son gracias al petróleo; que no tienen otra fuente de riqueza. Un error. No digo yo que no sea su principal forma de enriquecerse (sus dirigentes), pero no es la única. Resulta que los pueblos semitas han tenido desde siempre la costumbre de andar cortándoles a sus hijos varones cierto trozo de sus anatomías. Su función empezó siendo meramente higiénica. En todo el Oriente Medio, tierra originaria de dicha tradición, el agua ha sido históricamente un bien escaso y es un hecho que un circundado corre menos riesgo de contraer infecciones. Por más que, como bien saben -o cuentan- aquellos recortados a los que les gusta que sus parejas se lo lleven todo a la boca, se acompañe de una notoria la pérdida de sensibilidad en comparación con los de prepucio intacto.

A lo que íbamos. El caso es que con la historia de la circuncisión, estos pueblos tienen un excedente diario de material genético que no es para desechar así como así. Resulta que en un trozo de prepucio del tamaño de un sello de correos hay material genético suficiente para componer 200.000 unidades de piel artificial. Por eso, desde hace años, laboratorios farmacéuticos y de investigación biológica los compran a espuertas pagando una buena cantidad de dinero por ellos. Por los prepucios digo.

Visto así, a ver si resulta que todas estas cosas que están pasando por esas tierras de Alá en vez de por el petróleo va a ser por cosa de los prepucios. Que estando las farmacéuticas por medio uno se puede esperar cualquier cosa.



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