1767. Miércoles, 16 febrero, 2011

Capítulo Milésimo septingentésimo sexagésimo séptimo: "No hay nada más repartido equitativamente en el mundo que la razón: todo el mundo está convencido de tener suficiente" (René Descartes, 1596-1650; matemático francés)

Como animales sociales que somos, necesitamos la cercanía y el calor de los demás. Pero siempre, y por el bien de todos, será imprescindible mantener cierta distancia. Mi abuela empeñada en mantener su sitio dentro de la familia pero obsesionada con no estorbar en ella, lo explicaba con una pequeña historia.

En una fría noche de invierno unos erizos, heladitos ellos, descubren por casualidad que si se juntan tienen menos frío. Se van acercando hasta que se dan cuenta que a partir de cierto momento se pinchan unos a otros con sus púas. Molestos por los pinchazos se apartan… pero según se van alejando empiezan a lamentarse de haber perdido un calor que les resulta necesario… aunque saben que si se vuelven a juntar se acabarán pinchando. Así, entre el miedo y la necesidad, se van acercando y alejando, se van acercando y alejando, hasta que, tras varios intentos descubren que existe una distancia, una delgada y concreta distancia, que les permite darse calor sin pincharse.

Al cabo del tiempo me enteré de que la historia se la atribuían a todo un afamado filósofo, Arthur Schopenhauer. Sin embargo, pocas cosas puedo afirmar de una forma rotunda y segura como la de que mi abuela jamás de los jamases hubiera oído hablar de tan considerado señor.



... diestros y zurdos

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